Si nos fijamos en las estadísticas de accidentes de tráfico causados por especies cinegéticas, a pesar de que están muy ligadas a determinados puntos negros de nuestras carreteras, también presentan ciertas tendencias que se repiten año tras año.
En este sentido, el periodo estival suele ser, en general, un momento complicado. Probablemente esté auspiciado por un mayor volumen de vehículos en nuestras carreteras y una mayor duración del día, lo que propicia un incremento en el número de desagradables encuentros.
Por otra parte, tampoco debemos olvidar los hábitos y querencias de nuestras especies que van cambiando a lo largo del año, modificadas por diversos factores, entre los que destacan la propia biología de la especie (especialmente actividad reproductiva) y también los cambios en el hábitat de nuestro coto. El verano suele ser un periodo clave en el que el paisaje se modifica notablemente, muchos puntos de agua del invierno se secan, algunos regadíos se paran y muchos cultivos son cosechados, por lo que jabalíes, corzos o ciervos tienen que desplazarse desde sus territorios habituales en busca de agua y alimento. Si entre los territorios de encame y los nuevos lugares de alimentación o de abrevadero cruza una carretera, se incrementa el riesgo de accidente de forma muy evidente.
Por ello es fundamental identificar de forma rápida el origen de los accidentes en caso de que se empiecen a producir o aumenten, conocer bien nuestro coto y los comportamientos y querencias de los animales y gestionar adecuadamente su hábitat. Una siembra o una charca en el lugar adecuado puede evitarnos muchos dolores de cabeza, a la vez que ayudarán sin duda a mejorar las poblaciones cinegéticas que luego nos permitirán disfrutar de una gran temporada.