Sin duda, la codorniz es la reina de la media veda y analizar su situación siempre es complicado. Su carácter migratorio y la escasez de datos hacen realmente difícil hacer una previsión de cómo irá la temporada. Responder a preguntas cómo ¿la codorniz está en regresión o en expansión? ¿Cuántas codornices pollos, jóvenes y adultos hay entre las que cazamos? ¿Las distintas áreas geográficas hispanas juegan el mismo papel como hábitat de la codorniz? Diversos proyectos realizados sobre capturas de codorniz que los cazadores han rellenado en temporadas anteriores dan un fiel reflejo de la variabilidad existente, pasando por la estabilidad de sus poblaciones, a una indescifrable fluctuación entre las abundancias esperadas.
Todavía no hemos conseguido suficiente información para predecir con cierto grado de certeza cuál es el estatus real de las características poblacionales de la codorniz en todas las distintas áreas geográficas españolas, donde la especie hace periodos de estancia reproductora o de paso migratorio. A escala nacional, descifrar el sentido de los movimientos de la codorniz es poco menos que una entelequia, ya que es difícil asumir la misma realidad poblacional para la especie en las diferentes áreas geográficas de nuestro país.
Las perspectivas en cuanto a los resultados apuntan a una temporada peor que la anterior, por el mal año climatológico que se ha registrado en la mayoría de los territorios peninsulares. La ausencia de lluvias primaverales y la sequedad del campo, han condicionado sobremanera las puestas, resultando tardías con el riesgo que ello supone de una mayor presencia de pollos jóvenes en nuestros campos cuando da comienzo la temporada.
En Comunidades como Castilla y León ha habido una mala primavera agronómica que ha adelantado las labores de recolección del campo, realizándose la siega en verde de muchas parcelas de cereal para su aprovechamiento como forraje para el ganado. Ello, ha supuesto que actualmente muchas parcelas de cereal ya estén empacadas y no ofrezcan refugio a la codorniz. Todo esto unido al excesivo calor reinante y la incipiente sequía de principios del mes de junio han desalojado a la pequeña migratoria de las parcelas de cereal y las han empujado hacia zonas más frescas y húmedas, precisamente ahora, que ya estaba asentada y realizando labores de cría, pues las codornices que se instalan en la Meseta entre abril y mayo, vienen sacando su primera pollada a mediados de junio. La ausencia de hierba y vegetación exuberante como hubo en años anteriores también condicionara negativamente las opciones de supervivencia y cría de esta pequeña migratoria pues el crecimiento de los polluelos depende de su alimentación que consiste básicamente en granos de gramíneas, brotes tiernos de hierba o alfalfa y muchos insectos. Sin embargo, esperemos que un ligero cambio meteorológico con descenso de temperaturas y presencia de algunas lluvias alivie, al menos en parte, estas malas perspectivas.
En definitiva, la media veda no presenta buenos augurios en las zonas de secano, donde muchas parcelas se han cosechado hace semanas y se ha retirado ya la paja, dejando a nuestra pequeña migratoria africana desguarnecida. En los regadíos parece que nos encontraremos ante un año normal, aunque en todo caso siempre resulta imprevisible y será a partir de estas primeras jornadas cuando los aficionados y los cotos comiencen a hacer balance.
En cuanto a la paloma torcaz, las previsiones son halagüeñas ya que se encuentra muy bien asentada en la Península y se ven nutridas poblaciones. Es una especie en expansión, con poblaciones abundantes en centro y suroeste de la Península Ibérica, donde es ave nidificante, sedentaria y migradora. En la media veda se suelen cazar las que han criado en el lugar. Si en nuestro coto disponemos de un monte propicio con presencia cercana de comida (cereal, girasol), las torcaces pueden quedarse hasta la llegada de la montanera (a mediados de septiembre) y prolongarse hasta la invernada. Durante ese periodo y en el periodo hábil se cazan al salto y en mano, y más habitualmente desde puestos fijos situados entre dormideros y comederos, en ida y vuelta, colocándose el cazador bien camuflado para evitar ser visto dada la facilidad de percepción que tienen estas palomas para ver y esquivar el lugar donde se produzca cualquier movimiento sospechoso. Si conviene recordar que no se permite la caza a la espera en bebederos habituales.
Por último, las previsiones para la tórtola común son siempre más difíciles de realizar. Las tórtolas llevan con nosotros desde la primavera para cumplir sus ciclos reproductores. Sus poblaciones son objeto de aprovechamiento cada vez con mayores limitaciones, ya que se establecen cupos, horarios, se retrasa la apertura para algunas de ellas según las distintas Comunidades Autónomas, etc. Habrá que buscar las zonas más querenciosas, los regadíos y las áreas en las que la vegetación les proporciona refugio y comida, zonas donde se abaten un elevado número de ellas y propician también muchas jornadas de caza.
Hay voces que denuncian que la tórtola común cada vez escasea más en la Península Ibérica. Aunque los datos científicos que avalen esas quejas son escasos, no podemos obviar que hay determinadas prácticas y circunstancias que pueden estar perjudicando el aumento de sus poblaciones. Sin duda, en el contexto de la media veda, las practicas que más perjuicio causan a la tórtola, son el uso de atrayentes alimenticios, procedimientos ilegales, pero muy extendidos, que favorecen la concentración de individuos en comederos artificiales donde son cazadas de forma abusiva, lo denominados “cebaderos de tórtolas”. Además, se ha comprobado que en este tipo de cacerías se abaten casi dos jóvenes por cada adulto, ya que estos cebos favorecen especialmente la concentración de individuos jóvenes en grandes grupos porque son atraídos por un alimento fácil a puntos determinados, donde pueden ser abatidos con gran facilidad.
Por otro lado está el posible efecto de especies competidoras, caso de la tórtola turca, especie de mayor tamaño, sedentaria y en creciente expansión. Los resultados muestran que los hábitats preferidos por esta especie invasora coinciden en muchas zonas de la Península con los hábitats tradicionales de reproducción de la tórtola común, la presencia de una excluye la presencia de la otra, y a medida que aumenta la densidad de una en un lugar, disminuye la de la otra. Y teniendo en cuenta que la tórtola turca juega con ventaja en esta situación de competencia porque tiene mayor tamaño, es sedentaria, ocupando una misma zona durante todo el año, y se reproduce varias veces a lo largo del ciclo anual con mayor éxito reproductivo que la tórtola común, la expansión de la tórtola turca constituye, sin duda, otro factor que puede contribuir a la regresión actual de la Tórtola Común.