Como en cualquier especie cinegética y más cuando su aprovechamiento mayoritario es selectivo a través de recechos específicos hacia ejemplares concretos, una caza sostenible e inteligente es la clave para que la calidad de poblaciones sea elevada.
Medidas de gestión tradicionales y conocidas por todos, aunque no siempre bien aplicadas, como la caza de un cupo limitado de ejemplares de alto valor, pero que ya se hayan reproducido contribuyendo con su genética a poblaciones futuras es muy importante. El ansia de muchos hace que cada vez se cacen animales más jóvenes que, por un lado aún no han desarrollado todo el potencial y, por otro, tampoco han tenido tiempo de contribuir con su material genético en nuevas generaciones.
Es esencial el control del furtivismo en una especie que está sometida a una elevada presión y que de no frenarse, acabará con las poblaciones de algunos territorios en no mucho tiempo.
No se debe olvidar tampoco el aprovechamiento eficaz de ejemplares selectivos puesto que tan importante es cazar un gran macho como abatir un selectivo que, de conseguir reproducirse, si la densidad de hembras es alta lo hará seguramente, no aportaría más que problemas a su descendencia.
Hay que abordar también algunos otros puntos no menos importantes y que en algunos territorios son determinantes para la presencia o no de trofeos de calidad cuando se cumplen las premisas anteriores. Nos referimos por ejemplo a aspectos relacionados con la alimentación y, sobre todo, con la presencia de sales minerales en la misma. Existen zonas de terrenos pobres en las que los minerales son escasos y a pesar de que los corzos estén presentes en abundancia, no se encuentran trofeos de calidad, por eso es necesario considerar esto y suplementar en determinadas épocas, principalmente de invierno, no solo con forraje o concentrado, sino también con sales minerales que favorezcan el desarrollo de las cuernas.
Desde hace no mucho tiempo existe una tendencia creciente, conveniente y casi imprescindible hacia la “caza de corzas”. Un ejemplo claro lo tenemos en las acertadas iniciativas llevadas a cabo recientemente por la Asociación del Corzo Español, integrada por grandes especialistas y orientadas, entre otras, a organizar de forma controlada jornadas de aprovechamiento de hembras.
Los gestores cinegéticos y cazadores, muchos de ellos dedicados en cuerpo y alma a la especie, se han ido dando cuenta de que la tradicional presión cinegética establecida exclusivamente sobre los machos ha provocado que muchas poblaciones cuenten con un desequilibrio importante y una perdida de calidad notable debida a dos aspectos fundamentales, el exceso de hembras, muchas de ellas muy viejas que molestan y no contribuyen de forma eficiente en la reproducción y, sobre todo a que debido este exceso y a la caza, año tras año, de los mejores ejemplares, tienen oportunidad de reproducirse machos más jóvenes o incluso de peor calidad, que van dejando su impronta genética que, a buen seguro, a medio plazo tendrá mucho que ver en la pérdida de calidad en las poblaciones futuras. Por tanto, su caza es aconsejable si bien es esencial elegir adecuadamente las fechas para efectuar esta gestión para evitar que se convierta en un factor negativo por abatir hembras preñadas o con crías dependientes.
En definitiva, como en otras especies cinegéticas, una gestión adecuada es imprescindible para mantener o incrementar la calidad de nuestros trofeos y garantizar la viabilidad de las poblaciones futuras.