Hemos recibido recientemente una consulta sobre un avistamiento de una piara de jabalíes, cerdos y cruce de ambos en un monte en el que “toda la vida” se vieron jabalíes.
En efecto, los jabalíes y cerdos domésticos pertenecen al mismo género y los cruces son perfectamente viables. La explicación no es complicada y no son pocos los avistamientos de estas piaras “mixtas” a lo largo de nuestra geografía, si bien parecer ser más fácil en aquellos lugares en los que los suidos domésticos se crían bajo sistemas extensivos, como sucede en las grandes dehesas que alojan a nuestro cerdo ibérico.
Tampoco se puede descartar la mala fe de algunos que, movidos por el “boom” cinegético de las últimas décadas, criaron cerdalíes para luego soltar en los cercones, que a distancia “no verán que se trata de un cruce”. Incluso, en algunos lugares se han visto cerdos vietnamitas que, lejos de ser pequeños y adorables cerditos de compañía que en el monte morirían en pocos días, se adaptan a las condiciones naturales de forma rápida y pueden, a medio plazo, empezar a causar importantes problemas.
Lo que para muchos es anecdótico supone para el gestor de un coto de caza mayor todo un quebradero de cabeza, ya que no es deseable contar con una de estas piaras.
En primer lugar se trata de un animal que no “encaja” dentro del ecosistema y aunque no “estorbe” a corto plazo, con el tiempo podrían ser más los cerdalíes que los propios jabalíes. Si los jabalíes ya han adoptado ciertos hábitos propios de los cerdos, como “arrimarse” a las basuras urbanas y casi invadir las zonas habitadas, imagínense ustedes si se trataran de cerdalíes. Cabe preguntarse sobre los posibles efectos en otras especies, como las aves carroñeras, que aprovechan hasta el último ápice de un jabalí muerto. En segundo lugar, suponemos que no resultará muy atractivo abatir a uno de estos especímenes en vez de nuestro macareno, que como un Miura (dirían muchos) va rompiendo el monte y haciendo frente a las rehalas cuando siente el acoso, siendo su agarre difícil de superar en emoción y peligrosidad.
En algunas zonas de nuestra Península, principalmente del sur, existen ya equipos trabajando en el control de poblaciones de cerdalíes bien establecidas y que empiezan a ser un verdadero problema de gestión porque suponen una absorción casi completa de las poblaciones naturales de jabalíes, generando una contaminación genética imposible de recuperar, producen daños en dehesas, transmiten enfermedades...
Los cerdalíes están ahí aunque no los veamos y puede que cuando nos demos cuenta ya sea demasiado tarde. Aunque esta posibilidad sigue siendo, en general, minoritaria es preciso prestar atención y estar atentos porque el jabalí, como toda la caza no se gestiona “él solo”.