Un año más leemos una noticia relacionada con el expolio de polladas de perdiz, en esta ocasión en cotos de Ávila.
El "modus operandi" es sencillo; acosar a las polladas con un todo terreno en las horas de más calor y atrapar a los iguales para venderlos como futuros reclamos. El año pasado la Guardia Civil realizó una operación sin precedentes en la misma zona, desmantelando una "organización" de ladrones de perdices.
No descubriremos nada al decir que el robo de perdigones es una forma de furtiveo totalmente perjudicial y que debiera ser de una vez por todas erradicada de nuestro campo. Es cierto que muchos "hemos corrido detrás de los perdigones" cuando éramos niños, pero no merece la pena robar al campo lo que es suyo, teniendo en cuenta además que un alto porcentaje de los perdigones robados morirán rápidamente al no poderse adaptar a la cautividad.
El expolio de perdigones en los cotos de caza no ha sido aún valorado de forma científica, pero posiblemente nos llevaríamos una sorpresa si pudiéramos hacer un estudio serio al respecto. Con los perdigones pasa como con los corcinos, "si te lo llevas morirá".
Por otro lado, tenemos que destacar que cuando se realiza una lamentable práctica de este tipo no solo se está perjudicando a los animales que son capturados y que se eliminan del campo, sino que, también, por el acoso que sufre todo el bando, los perdigones que no se extraigan quedarán exhaustos por un largo tiempo pudiendo ser presa fácil de cualquier predador o, incluso, pudiendo morir por el estrés generado o por un golpe de calor.
Entre todos debemos luchar contra lacras como ésta, que dejan en mal lugar al sector cinegético y que tienen que ser erradicadas con urgencia. Por un lado, debemos ser valientes y denunciar cualquier actividad sospechosa contra nuestra caza y, por otro lado, no debemos participar en la compra de animales capturados en el campo de forma ilegal porque tanto delito estará cometiendo el que los vende como el que los adquiere.