Y va un señor político y, de repente, proclama a los cuatro vientos que la caza deportiva debería ser prohibida. Resulta que el protagonista en cuestión es un europarlamentario y allá en Bruselas, las cosas duelen más.
Como es lógico, las reacciones dentro del sector cinegético no se han hecho esperar y un nutrido número de asociaciones de caza ha puesto el grito en el cielo por las desafortunadas declaraciones. De nuevo nos encontramos en lo de siempre: los unos abrazando al político y los otros con ganas de ponerle en su sitio. Pero, ¿dónde está la autocrítica?
No hay duda de que tal y como se realizaron estas declaraciones (ya matizadas en un comunicado, para variar), hay motivos para plantarse y dar argumentos en contra, pero quizás debiéramos preguntarnos por qué se llega a este discurso.
Si todavía hay muchas personas que no entienden por qué y para qué cazamos, tal vez es que nuestro mensaje no esté llegando bien a todo el mundo. Nosotros entendemos que a través de una gestión cinegética correcta podemos caminar hacia un Campo vivo, rico en caza y otra fauna silvestre, pero como se ve, muchas personas no lo creen así e incluso quieren caminar en el sentido contrario. Ellos tienen sus razones y mientras no sepamos explicar y difundir las nuestras, estaremos condenados al fracaso.