Nuestros amigos de Jara y Sedal compartían hace unos días el comunicado mediante el que, WWF (la organización de conservación de la naturaleza más importante del mundo), muestra su apoyo a la caza sostenible de caza mayor, en concreto la caza de trofeos.
En el se lee dice "en ciertos casos bien documentados, incluyendo especies en peligro, los estudios científicos muestran que la caza mayor es una herramienta de conservación efectiva junto con la utilización de otras medidas. Al mismo tiempo, WWF se opone tajantemente a cualquier caza que amenace las especies y la sostenibilidad de sus hábitats". WWF incide en que no siempre la caza de trofeos puede resultar positiva para la conservación, pero está claro que este aprovechamiento ha propiciado el desarrollo económico en lugares que no pueden aprovechar otro tipo de recursos.
A menudo vemos noticias en los medios relacionadas con "el dinero que mueve la caza, los puestos de trabajo que se generan, el progreso de zonas marginadas que sin la caza no podrían existir" y así un largo etcétera. Muchos se sorprenden por este hecho, pero como dicen en mi pueblo (y sin que nadie se moleste), un cazador se gasta más que 20 domingueros. La cuestión no acaba aquí, y nos equivocaríamos si no aspiráramos a realizar un análisis más detallado de lo que la caza genera, tanto bueno como malo. Si los cotos están llenos de especies cinegéticas pero escasean otras especies de interés, tanto de fauna como de flora, estaremos cavando nuestra tumba. Si la cantidad prima frente a la calidad estaremos traicionando la esencia de esta actividad (que no deporte) cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Es ahí donde el informe resultamente incisivo, dado que se muestra contrario a la caza de "bote" y apuesta por la caza silvestre.
Este comunicado, que muchos califican de histórico, supone una motivación para los que ya sea en África o en Badajoz pelean por un campo rico en caza y otra fauna silvestre. Pero es también un toque de atención: no todo vale.