Sucede que el medio natural ha sido tan transformado por el hombre que resultaría complicado mantener muchos ecosistemas "vivos" sin la intervención de éste.
Hoy la conservación y gestión de muchas especies no se concibe sin la mano del Homo sapiens actuando cada cierto tiempo, veáse para cambiar el hábitat o controlar directamente las especies animales y vegetales, por poner un ejemplo. Y claro, no todo son acciones "felices" como soltar especies carismáticas en peligro de extinción o recuperar paisajes arrasados por un incendio o el "famoso ladrillo". También hay que controlar predadores, repensar tramos de carreteras y usos agrícolas y forestales que siempre se hicieron. Es cuando el gestor más arriesga, sufre y padece, siempre sometido a la opinión de aquellos que se iniciaron en el monte desde el sillón pero que nunca lo pisaron.
En la caza, como no podía ser menos, el gestor se enfrenta a muchas decisiones difíciles a lo largo del año, "¿cómo que este año tendremos que reduicir el cupo? ¿cómo que sólo vamos a cazar 5 días en vez de 15? ¿por qué necesitamos más presupuesto en el coto para mejorar el hábitat y tener a raya a los zorros y córvidos?" Frases muy escuchadas y poco entendidas, pero que encierran aspectos claves de cara al éxito y la sostenibilidad de los cotos. Y a esto se suma vivir en un mundo cada vez más urbanizado en el que la caza no sólo no se entiende, sino que se ataca bajo el amparo de lo políticamente correcto.
Mucha suerte para los gestores que día a día toman decisiones difíciles en pro de la caza y la fauna silvestre, de los cuales son sin duda fieles guardianes.