España se ha puesto, en lo que se refiere a investigación cinegética, a la cabeza del panorama mundial. Como nos dijo Chrsitian Gortázar en una entrevista realizada hace meses, tan sólo Estados Unidos nos supera claramente en este sentido, pero claro, Estados Unidos es mucho más grande que "la piel del Toro".
Sin embargo, la comunidad científica española lleva años afrontando constantes recortes que frenan la investigación y desarrollo de muchos proyectos, empujando a que cientos (sino miles) de investigadores hagan las maletas para dar lo mejor de sí en otros países. Claro ejemplo es la situación que vive el CSIC en estos momentos.
La investigación es un proceso largo, costoso, complicado y en ocasiones lleno de sinsabores. Pero es la investigación uno de los "ingredientes" más importantes para el progreso económico y social de los pueblos.
Por otro lado, existe un malestar general en cuanto al "impacto" que esta investigación tiene en la gestión de fauna silvestre y caza en España. Dicho de otra manera, o no se tiene en cuenta lo que se investiga, o se aplica tarde y mal. Es cierto que hay que trabajar codo con codo con cazadores, gestores y con la Administración, pero en muchas ocasiones son las Administraciones las que, con sus decisiones, pueden cambiar el curso de la historia en uno u otro sentido.
Muchos quizás se pregunten, y entonces ¿para qué investigamos?