Recientemente hemos conocido que un oso pardo atacó varias colmenas en Muelas de los Caballeros (Zamora), donde desde principios del siglo pasado no se conocía de su existencia.
Según las informaciones aparecidas en las últimas semanas, desde hace tiempo varios naturalistas y los Agentes Medioambientales ya habían observado indicios de su presencia, pero se necesitaba una prueba como ésta para confirmar las pesquisas.
El hecho de que el úrsido vuelva a rondar por la Sierra de la Cabrera, entre las comarcas de Sanabria y La Carballeda, merece una buena reflexión más allá de la emoción e interés creado.
La mayor parte de expertos en la materia apuntan que es una señal de que la especie se va recuperando poco a poco y que los hábitats, en este caso la Cabrera, son de la suficiente calidad como para albergar animales tan amenazados como nuestro querido oso pardo.
Pero no nos olvidemos que son muchos los esfuerzos que se han realizado para que el oso siga campeando en nuestros montes, esfuerzos en los que participan desde la Administración, ganaderos, agricultores, ecologistas, cazadores y por supuesto el paisano de Muelas que ha visto cómo el oso ha degustado su miel.
Parecidas reflexiones podríamos realizar para el lince y lobo ibérico y nuestras grandes rapaces, que parecen ir recuperando sus territorios de los que jamás debieran de haber desaparecido. Ojalá en el futuro estos esfuerzos también resulten en algo positivo para otras especies amenazadas y sobre todo para la actividad cinegética y los cazadores, que debemos ser protagonistas de una gestión eficiente y responsable que ayude a garantizar una conservación sostenible que, sin duda, facilitará el control de problemas secundarios para nuestras especies cinegéticas, como las enfermedades o los predadores oportunistas, por nombrar algunos.