El pasado sábado día 13 de septiembre se celebró en Madrid una multitudinaria manifestación en defensa de las rehalas y la montería española, una de las modalidades cinegéticas más ancestrales que, indudablemente, va unida a la presencia de esos valientes rehaleros que baten el monte como nadie junto a sus inseparables perros.
Esos rehaleros, alma de la montería, están sufriendo en los últimos meses una insólita persecución que trata de confundir afición, pasión y caza con otras cosas en las que no queremos entrar, un seguimiento que incluso ha generado situaciones tan incómodas como la presencia de inspectores de hacienda en nuestros montes un domingo de caza. Sin nada que objetar al trabajo de los funcionarios públicos que sólo cumplen con su obligación; sí citar que ojalá los que programan sus actuaciones fueran tan diligentes también con algunos de los acogidos a amnistías fiscales o voluntariamente declarados como defraudadores sistemáticos.
En fin, no es objetivo de nuestra web realizar análisis económicos, puesto que ni sabemos ni llegamos a comprender los profundos engranajes de nuestro sistema fiscal, pero sí nos gustaría apuntar algunas reflexiones al respecto de lo que ocurre en relación con la rehala, los rehaleros y la caza en general.
En este sentido apuntar que la manifestación fue un éxito, tanto en participación como en organización, pacífica y festiva por cierto, sin algaradas ni desordenes, tan sólo reivindicaciones lícitas en un país democrático que, por desgracia, poca repercusión mediática tuvieron en medios de comunicación generalistas. Quizás la tengan en los próximos días, seguro que sí... Sobre todo si la comparamos con las noticias de un encuentro coincidente en fecha, aunque por suerte no en lugar, en contra del Toro de la Vega de Tordesillas, tema en el que tampoco queremos entrar para nada, pero si incidir en el agravio que suponer una cobertura completamente desigual.
A partir de aquí, quizás convenga pararse a pensar en que sociedad vivimos y hacia donde estamos caminando, lentos pero sin pausa, apoyados en urbanitas desconocedores del medio rural y del campo en general pero que son capaces de generar noticias, movimientos sociales y leyes en contra de lo que se lleva haciendo durante miles de años no sólo para sobrevivir, sino también para evolucionar y, por que no decirlo alto y claro, para conservar el medio que hoy tenemos la suerte de disfrutar aún en muchos territorios cinegéticos.
Preocupan también algunos otros aspectos que son indicativos de los problemas sociales que atravesamos como por ejemplo el apoyo de los famosos, con los que seguramente muchos hayáis tenido ocasión de compartir algún día de caza, eso si, casi siempre de incógnito. Esos personajes públicos que disfrutan tanto de las monterías y del campo como nosotros y entienden y viven la caza desde jóvenes, son capaces de alzar su voz en una campaña contra las prospecciones de petroleo, el fracking, la caza de ballenas en Japón o incluso los toros, pero no se atreven a defender su afición y la de su familia y sus amigos, ¿por qué?.
Quizás tenemos que ir pensando en un daño estructural que va a ser difícil de reparar si no nos ponemos manos a la obra desde ya y somos capaces de transmitir los valores de la caza, sociales, económicos y ecológicos entre otros muchos, desde la unidad de todos, porque de no ser así, nadie va a hacer nada porque sigamos disfrutando de podencos y caracolas.