Así como el pastor es quien más conoce a sus ovejas, los cazadores suelen ser en muchas ocasiones los que mejor conocen los cotos en los que practican su pasión. Aunque todo coto debiera contar con las figuras del guarda, gestor o ambos, en la práctica son cazadores desinteresados los que ponen tiempo y dinero para mimar la caza y la fauna silvestre que allí habita.
En apenas unas décadas hemos pasado de una gestión cinegética casi testimonial a una auténtica ciencia que sigue unos métodos para lograr unas "cosechas" de caza. Antaño se realizaba un gran esfuerzo por controlar predadores y evitar furtivos y hoy, además de estas tareas, hay que cuidar el hábitat y tener en cuenta un largo número de factores que finalmente pueden condicionar un buen año de caza. En la mayoría de las ocasiones los métodos que se ponen en práctica son el resultado de mucho tiempo y esfuerzo de técnicos, científicos y cazadores que han sabido dar forma a las observaciones de campo e intuiciones de "los más sabios del lugar". Por ejemplo, la gestión agraria enfocada a la caza en algunos países europeos (como Francia y Reino Unido), tiene detrás décadas de inversiones, horas de campo, fracasos y muchos desvelos. Algo parecido sucede con la producción de especies cinegéticas en cautividad, el desarrollo de productos sanitarios y los dispositivos de radioseguimiento y fototrampeo, entre otras cosas.
Aunque no se debe generalizar sobre ningún tema, existe la percepción por parte de muchos gestores de que cuesta convencer a propietarios de cotos y sociedades de cazadores sobre la eficacia de los avances científicos en materia de gestión cinegética. La cruda realidad para muchos técnicos, tanto en caza mayor como en menor, es que su palabra siempre vale menos que la que se escucha en las "tertulias camperas";
- En el coto de mi pueblo soltamos perdices el año pasado y la cosa fue bien, aunque no anillamos ningún ejemplar, no realizamos ningún control de las capturas y tampoco ningún censo. Pero yo estoy seguro de que la cosa fue bien.
- En el coto de mi pueblo siempre se cazaron los machos de corzo, sin tocar a las hembras, y la población no ha hecho sino aumentar. Cada año se avistan más, estoy seguro.
- En el coto de mi pueblo no hace falta agua y comida para la caza, hay muchos regatos y los bebederos y comederos no serían utilizados.
Estas afirmaciones tan arriesgadas acaban calando en muchos cotos y el daño puede ser difícil de subsanar. Cierto es que la sabiduría popular tiene valor para la sociedad, pero así como los médicos generan más confianza que los curanderos, también los técnicos en gestión cinegética deberían contar con un poco de confianza.
Son muchos los profesionales al servicio de la caza (veterinarios, ingenieros, biólogos, ambientólogos, guardas, etc.), pero aún pocos los cotos que les dan una oportunidad para proponer y diseñar una correcta gestión cinegética.
Ojalá que llegue el día en que en vez de escuchar "en el coto de mi pueblo" oigamos, "según me dijo el gestor".