Hace pocos días el comité científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), del Ministerio de Sanidad, hizo una recomendación, principalmente a embarazadas y menores de seis años para que no coman carne de caza. Al resto se le recomienda limitar la ingesta a una ración a la semana.
Todo ello se hace en base a un informe, que adjuntamos como documentación adicional a la noticia, elaborado por un grupo de trabajo establecido a tal fin.
Se trata de un informe en el que se señala que la carne de caza puede tener un cierto riesgo para la salud, si se consume en cantidades elevadas, por los restos de plomo que puede contener.
La verdad es que se ha escrito mucho al respecto en los últimos días y, desde Ciencia y Caza, sacamos algunas conclusiones que plasmamos a continuación:
1.- La carne de caza es una carne de excelente calidad, poco conocida y apreciada por la mayoría de los consumidores. Se trata de una carne, en general, baja en grasas y rica en vitaminas y minerales importantes para nuestra dieta.
2.- El estudio efectuado cuenta con un importante rigor científico, si bien, hay que destacar que pensamos que hay que matizar muchos aspectos y, sobre todo, la forma de transmitirlo a la población no ha sido la más acertada. Los medios de comunicación generalistas han aprovechado para publicar titulares alarmistas, que confunden a los consumidores y perjudican notablemente a un sector tantas veces maltratado, como es el cinegético y en particular a los profesionales dedicados a comercializar este producto.
3.- Es lamentable que un alimento de tanta calidad quede en entredicho por la presencia de plomo cuando se han invertido ingentes cantidades de dinero en un proyecto que debería estar ya rematado para que no hubiera sido necesario llegar a esta situación y una munición alternativa fuese ya una realidad.
En cualquier caso, desde la propia Agencia destacan que no se trata de ser alarmistas, sino de recomendar el consumo con moderación para evitar ingestas elevadas de plomo. Pensamos que ésto es una práctica habitual y que la carne de caza, en general, se consume de forma moderada y estacionalmente. Por ello hubiera sido recomendable tratar la noticia de otra manera.
Además, en especies de caza mayor podemos minimizar el riesgo de consumo eliminando una zona amplia alrededor de la zona del disparo. En el caso de la menor, también es importante ser cuidadosos a la hora de eliminar la mayor parte de los perdigones presentes en nuestras piezas. En ambos casos se trata de prácticas habituales tanto en cazadores, como en salas de tratamiento de carnes de caza, no solo por la presencia de restos de plomo sino porque las carnes donde están presentes esos restos suelen ser aquellas más deterioradas por el disparo.