Durante los últimos meses los cambios legislativos en los Parques Nacionales han dado mucho que hablar, especialmente por la posibilidad de cazar. El Gobierno se ha quedado sólo en las decisiones que amparan la práctica cinegética en estos espacios, sin duda emblema de la conservación de la biodiversidad en España.
En unas declaraciones recientes, Jorge Cassinello, Director del IREC, abogaba por la caza como herramienta de conservación en el Parque Nacional de Cabañeros, joya del ecosistema Mediterráneo. Si por desgracia no existen grandes predadores que puedan mantener el equilibrio, ¿debemos quedarnos quietos?
Llueven críticas de determinados grupos ecologistas que no comparten estas decisiones y corren ríos de "tinta" en las webs pro-caza celebrando con orgullo que en los Parques Nacionales, es legal cazar. De nuevo, el problema se aborda desde la opinión, ignorando a la Ciencia. Vale más la impresión que el rigor. A nadie le importa la opinión de los que están a pie de campo, seguramente se dará más confianza al tertuliano de turno.
La caza en los Parques Nacionales debería estar sujeta a una meticulosa investigación para confirmar o desmentir las teorías de unos y otros, en otras palabras separar la paja del grano. Se abre un gran campo de conocimiento y así podríamos saber en qué casos se debe cazar o no y cuál es el impacto en la conservación de las especies, así como implicación para la gestión de nuestros Parques. Hasta entonces, me temo que nadie tiene toda la razón.