Hace pocas fechas teníamos ocasión de conocer las decisiones tomadas por la Administración en relación con el aprovechamiento cinegético en los Parques Nacionales y, como casi siempre, de nuevo la caza no sale bien parada.
Aún sin haber hecho un análisis profundo sobre el asunto, pero sin miedo a equivocarnos, nos surgen algunas ideas que no queremos perder la ocasión de lanzar para tratar de nuevo de defender nuestro maltrecho sector.
En este sentido, e intentando evitar que la pasión pueda sobre la objetividad, no podemos por menos que mencionar sucintamente algunas de las previsibles y casi inevitables consecuencias que va a generar esta restricción sin más de los aprovechamientos cinegéticos como tal en los Parques Nacionales, lugares donde se supone que la población (humana) debe estar integrada en la conservación y no sólo ser un mero escaparate para que los excursionistas tengan un lugar donde pasear y recrearse con una belleza mantenida en equilibrio por la presencia de todas las actividades humanas que se han ido llevando a cabo allí desde hace cientos o miles de años, sin duda, entre ellas, LA CAZA.
Si no permitimos cazar y dejamos a la naturaleza que siga su suerte, irreversiblemente maltrecha ya y no precisamente por la acción de los cazadores, estaremos seguramente generando un desequilibrio en las poblaciones de muchas de las especies que participan en los ciclos vitales de los ecosistemas de estos Espacios Naturales, que traerán consecuencias como la aparición de sobrepoblaciones de algunas especies y la desaparición de otras (no sólo de animales, sino también de plantas), la aparición de enfermedades infectocontagiosas que pueden incluso ser zoonosis (se contagian a las personas), la presencia de daños importantes en cultivos, ganadería, accidentes de tráfico y muchos otros más y todo ello acompañado de una evidente merma en el potencial económico de los recursos faunísticos de estos lugares que, bien gestionado, podría resolver muchos problemas del tan mencionado "desarrollo rural" SOSTENIBLE.
Y, por último, una reflexión final que trata de dar respuesta a otra pregunta ¿Quién será el encargado de CONTROLAR las poblaciones de especies cinegéticas cuando aparezcan los problemas, daños o enfermedades? Seguramente entonces habrá que forzar a las Guarderías Medioambientales en sus horarios y cometidos o, peor aún, contratar y pagar a equipos de caza-controladores profesionales que cobren (lógicamente) por un trabajo que otros harían incluso pagando.
Ojalá esto no quede así y al final el sentido común impere sobre otros intereses o desintereses.
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