Barcelona acogió a principios de septiembre uno de los congresos más importantes (sino el que más) sobre gestión y conservación de fauna cinegética a nivel mundial. Según la organización, más de 400 asistentes de 40 nacionalidades distintas se dieron cita para exponer y compartir el conocimiento científico sobre un grupo de especies, las cinegéticas, que tanto interés despiertan por motivos tan variados pero que se unen finalmente en la conservación.
En el congreso, organizado por la Unión Internacional de Biólogos Cinegéticos (su acrónimo en inglés es IUGB), se pudo disfrutar de más de un centenar de comunicaciones orales y otras tantas presentaciones en formato de póster agrupados en cuatro bloques diferenciados, "Biología de la fauna silvestre, comportamiento y manejo de fauna silvestre", "Aspectos veterinarios de la fauna silvestre y su conservación", "Interacciones entre fauna y actividades humanas" y "Metodologías, modelos y técnicas". A todo esto se le suman las conferencias plenarias y las mesas de trabajo, donde se debatieron temas de actualidad, como el devenir de los ungulados alóctonos, el proyecto Gallypir que engloba el estudio de aves pirenaicas (urogallo, perdiz pardilla y lagópodos, entre otras), la relación no siempre fácil entre cazadores y técnicos, la problemática del jabalí, la necesidad de que la Política Agraria Común realmente sea efectiva para cuidar nuestras especies y el control del conejo de monte.
Resulta difícil resumir el gran número de hallazgos que se mostraron en el congreso, pero es posible aportar una serie de reflexiones o conclusiones a tenor de lo que allí se debatió.
En primer lugar, por obvio que parezca, los organizadores del congreso, liderados por Manel Puigcerver y Francis Buner, destacaron el tremendo esfuerzo de investigación que se está realizando para conservar nuestras especies cinegéticas. Este esfuerzo, que comprende desde las administraciones y entidades privadas que aportan fondos para investigar hasta los investigadores, es más meritorio si cabe por el impacto negativo de la crisis económica. Por desgracia, ante situaciones económicas como la actual, la ciencia casi siempre suele ser la primera en ser "sacrificada". El propio Buner ensalzó el mérito de los investigadores que, contra viento y marea, siguen "peleando" y poniendo lo mejor de sí cada día en su trabajo. Lamentó que no siempre es fácil hacerse comprender, ya que buena parte de la sociedad no entiende que la investigación genera conocimiento, conservación y riqueza.
En segundo lugar, quedó demostrado que la problemática en torno a las especies cinegéticas no ha parado de crecer en los últimos tiempos y son cada vez más los conflictos y dilemas que se plantean a la hora de compaginar la conservación con el uso racional de estas especies, un uso que el ser humano lleva realizando durante miles de años. En todo caso, es evidente que los adelantos realizados durante las últimas décadas son tan grandes que poco se parece la gestión que hacemos ahora con la que se practicaba años atrás.
Por último, en el congreso se volvió a recordar que la caza es parte de la conservación y por ende sin ella será difícil mantener la riqueza biológica, a veces invisible, que tenemos en los campos y montes. No obstante, la caza tiene también que modernizarse, "abrirse" y adaptarse a los nuevos tiempos sin que por ello pierda su esencia.
Desde Ciencia y Caza felicitamos a los organizadores, patrocinadores y asistentes por haber podido celebrar este congreso y os animamos a todos a que leáis los resúmenes de las aportaciones, que adjuntamos en el enlace.