El lagópodo escocés (Lagopus lagopus scoticus), es todo un icono en Reino Unido, donde levanta pasiones tanto para los cazadores como para los que no lo son. Escuchar el canto del grouse en los páramos escoceses es como oír a nuestras patirrojas romper con sus canturreos el alba en el monte mediterráneo.
Un elevado porcentaje de páramos en Escocia e Inglaterra se dedican a la gestión del lagópodo; para esta última y Gales más de 50 millones de libras se destinan a este cometido cada año. No extraña por tanto que su caza, en ojeo o en mano, sea una actividad económica crucial para el campo británico.
Como en otras especies cinegéticas, la investigación (en este caso liderada por la Fundación para la Caza y Fauna Silvestre del Reino Unido), ha demostrado que la gestión de los hábitats que albergan el lagópodo son beneficiosos no sólo para éste, sino también para otra fauna, como su principal predador, el aguilucho pálido (Circus cyaneus). Por desgracia, esta rapaz aún sigue perseguida en algunos páramos y cada cierto tiempo se encuentran aguiluchos abatidos por algún insensato. El aguilucho, por desgracia, tiene un estatus de conservación muy delicado en Reino Unido. A partir de aquí uno ya se puede imaginar lo que viene después; los grupos ecologistas poniendo el grito en el cielo y los cazadores intentando defenderse del ataque.
La situación actual del conflicto ha ido “un poco más allá”, dado que ha surgido un movimiento público, liderado por Mark Avery que aboga por la prohibición de la caza del lagópodo. Esta presión ha sido tal que una conocida cadena de supermercados, que estaba a punto de vender carne de lagópodo de esta temporada, ha tenido que desistir en su idea.
La RSPB (equivalente británica de la Sociedad Española de Ornitología) y la propia Fundación para la Caza trabajan para que los cotos de lagópodos cumplan con el Plan de Recuperación de Aguiluchos, surgido a partir de investigación realizada durante los últimos años. Ahora la pelota está en el tejado del Ministerio, que debe de decidir si pone a funcionar el plan.
De nuevo, un viejo “conflicto” que enfrenta a cazadores y ecologistas, si bien parece que ambos reman ahora en el mismo sentido. Recientemente la Fundación para la Caza felicitó a los que han iniciado la campaña para la prohibición la caza de lagópodos, porque así han elevado la atención al conflicto incrementado la posibilidad de que el plan comience a funcionar.
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