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Actualidad

Los cuadernos de caza. Un pequeño gran gesto

18 October 2011

En estas fechas comienza la temporada de caza general en nuestro país. Poco a poco, los cazadores de las distintas Comunidades Autónomas se van reencontrando con el campo y muchos viven los días más felices a lo largo de año, si bien durante las primeras jornadas de caza ni cazador ni perro suelen estar del todo entrenados.

Son muchas las rutinas que realizamos antes, durante y después de una jornada de caza, como revisar armas y documentación, comprobar que los perros están bien, llevar el taco para luego disfrutarlo en compañía de la cuadrilla, guardar la mano, hacerse ver por el resto de cazadores y recoger las vainas de los cartuchos, entre otras muchas cosas. No obstante, hay una rutina que aún muchos cazadores y gestores se resisten a realizar, que no es otra que analizar las capturas de cada jornada. La realidad nos dice que el número de animales capturados y la edad y sexo de los mismos sí es tema de conversación entre cazadores pero en muchos cotos se realiza sin los animales en la mano. La valiosa información derivada de la captura se acaba perdiendo y finalmente, saber si ha sido un año bueno o malo no deja de ser una opinión subjetiva que poco tiene que ver con lo que nos dice el campo.

Es hora de dejar a un lado viejos tabúes: hay que decir claramente lo que se mata y someter a las piezas a un pequeño análisis que nos da muchísima información. Es cierto que no es igual controlar las capturas de caza mayor que las de menor, que se requiere de tiempo y cierto aprendizaje, que hay caza que se mata pero que no se cobra y así un sin fin de razones. Tenemos que incorporar a nuestra cultura cinegética los libros de caza, tan utilizados en otros países como el Reino Unido, donde estos libros “game book”, atesoran información desde hace decenas de años.

Los aspectos básicos que debiéramos analizar tras la captura serían la edad y sexo de los ejemplares, fecha y lugar de captura. Si fuera posible, no estaría mal apuntar cualquier circunstancia observada, como la climatología, si el animal estaba solo o en grupo o si realizó algún extraño digno de mención. Por último, a parte de los controles veterinarios oficiales para la carne que va al consumo humano, cada vez son más frecuentes las sociedades de cazadores que solicitan los servicios de un veterinario para saber si la salud de su caza es correcta, tanto en caza mayor como en menor.

En la práctica, toda esta información es comparada con los censos realizados a lo largo del año y, en base a este análisis conjunto, se decide, por ejemplo, una posible limitación de las capturas o el cierre de la caza si es necesario. Es cierto que la caza no son matemáticas, pero un buen control de las capturas nos ayudará a saber lo que tenemos en nuestro coto y tomar decisiones acertadas.

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