Ciencia y Caza

Quizás a más de uno pueda llamarle la atención, seguramente de forma negativa, un titular en el que aparezcan unidas la palabra niño junto con la palabra caza. No son pocas las polémicas surgidas en los últimos meses en relación con la edad mínima a la que se debe permitir tener licencia o, incluso, si es o no coherente que una Administración pública invierta una pequeñísima parte de sus ingentes presupuestos en acercar esta actividad, la caza y, sobre todo, sus valores, a los más jóvenes en las escuelas.

Todos esos a los que esta combinación no les cuadre, seguro que también se habrán disgustado notablemente al conocer una excelente iniciativa impulsada por Jara y Sedal, Nuria Díaz y Ramón Garoz y apoyada por las principales federaciones de caza y empresas del sector, cuyo objetivo es distribuir gratuitamente entre niños de toda España 30.000 ejemplares del cuento infantil Jara la cazadora, en el que la caza es protagonista positiva.

Sin embargo, en esta ocasión como los fondos son privados y los destinatarios podrán o no coger el excelente cuento elaborado para la ocasión, que seguramente lo harán y de buen grado, poco podrán decir aquellos que no estén de acuerdo, salvo intentar privar a sus propios hijos de acercarse a los verdaderos valores del campo y la caza y de los cazadores cuyos desvelos se centran en las perdices, conejos o ciervos y su conservación sostenible y el trabajo activo por su conservación haciendo siembras, desbroces, llevando agua y comida cuando hace falta o peleando por Políticas Agrícolas y Forestales menos agresivas y que de una vez por todas tengan en cuenta a las especies cinegéticas y su hábitat y, por ende, a muchas otras protegidas.

Es verdad que también, como en botica, nos podemos encontrar de todo, como por desgracia en casi todos los colectivos sea cual sea su ámbito. No podemos obviar y no queremos tampoco hacerlo a ese pequeño grupo de pegatiros de tres al cuarto que no cumplen los cupos, disparan contra especies protegidas, contra señales de la carretera, maltratan a sus perros o ponen veneno por ahí. Son pocos, sí, pero sus acciones suelen tener una repercusión mediática desmesurada y a veces hasta malintencionada que hace mucho daño al colectivo y que, por tanto, tenemos que ser capaces de identificar, denunciar y aislar por el bien de todos.

En cualquier caso y volviendo a la excelente noticia que ocupa esta entrada, queremos dar la enhorabuena a los promotores de la acción y desearles que la difusión del cuento sea como se merece. Seguro que sus destinatarios, los más pequeños, lo agradecerán enormemente como ellos saben, con una sonrisa y una mirada pícara y agradecida como cuando nuestros padres y abuelos nos llevaban al monte de secretarios y nos encargaban tirar de un pequeño morralillo con el que casi no podíamos.