Casi siempre que hablamos de los riesgos que tiene la actividad cinegética todos pensamos en los accidentes con las armas que, por desgracia, este año han sido más frecuentes de lo que nos hubiera gustado y que, ojalá no vuelvan a suceder. Pensamos en su gravedad y repercusiones e incluso en que muchas veces suponen un desenlace fatal para el afectado.
Sin embargo, a raíz de un episodio sucedido en Galicia hace pocos días en el que un cazador sufrió el ataque de un jabalí, por suerte sin más consecuencias que el susto y unos cuantos puntos de sutura en una pierna, queremos abordar brevemente otros riesgos asociados a la caza para que, al menos, reflexionemos un poco al respecto y seamos precavidos cada jornada.
Como cualquier actividad que se desarrolla en la naturaleza lleva asociados una serie de peligros que todos debiéramos conocer para, al menos, tratar de actuar de la menor manera cuando suceden los accidentes. En este sentido caminar por el monte puede suponer desde lesiones físicas por torceduras, esguinces o fracturas, hasta rasguños o heridas y otras lesiones causadas por ramas, piedras o caídas entre otros. Un sencillo botiquín con algunas gasas y vendas y desinfectantes puede ser de gran ayuda en estos casos.
Si bien, queremos destacar en esta ocasión los riesgos asociados a los encuentros más o menos fortuitos con la fauna silvestre. Decimos más o menos fortuítos porque por ejemplo en el caso del cazador gallego el encuentro fue accidental al encontrarse con el jabalí saliendo de un matorral cuando sus perros hicieron la muestra y él estaba pensando que se trataba de un zorro. Pero, en otras ocasiones, los accidentes suceden cuando intentamos realizar un remate sobre una res que no está bien inmovilizada por los perros o porque por el aspecto de sus heridas pensamos que se encuentra ya a punto de morir y no puede hacernos daño alguno.
En todos los casos la prudencia y el sentido común deben ser siempre nuestros compañeros de viaje, no dejándonos engañar por las impresiones y ni mucho menos por un exceso de confianza ante un animal que herido y con un altísimo nivel de estrés sólo piensa en defenderse y salir airoso de una compleja situación le cueste lo que le cueste. Debemos considerar por tanto el riesgo asociado a la acción y, en caso de duda, tomar todas las precauciones necesarias para evitar accidentes que incluso podrían llegar a ser de gravedad. Por ejemplo, en el caso de los venados un pinchazo con una de las puntas de su cuerna puede causar una importante lesión que, según el lugar puede ser muy severa. En el caso del jabalí, además del peligro que tienen las afiladas navajas que poseen, no debemos dejar pasar por alto la potencia de su mandíbula y el peligro que supone un mordisco de un animal por el daño tisular que puede generar.