Cada vez son más habituales las noticias que recogen incidentes en las carreteras con jabalíes, daños en los cultivos, apariciones inusuales en zonas urbanas o, incluso, en la última semana, el caso más grave de los últimos tiempos, un agricultor fallecido por el ataque de uno de estos animales.
¿Qué esta sucediendo? ¿Qué hace que los jabalíes incrementen sus poblaciones año tras año? ¿Cuál es la solución? Difíciles preguntas con múltiples respuestas como en casi todo lo relacionado con la caza, la naturaleza y su gestión.
Para entender un poco la situación debemos tener en cuenta varios aspectos, la biología de la especie, el cambio de los hábitats y los usos del entorno donde se mueve el jabalí, etc.
Hay que destacar que se trata de animales poliéstricos, esto es, pueden tener varios celos y partos al año (la gestación del jabalí, dura casi cuatro meses), además, en cada parto tienen varias crías, en número variable, pero relativamente elevado, 6-8-10, de las que casi todas suelen llegar a edad adulta. Además, es un animal omnívoro, por lo que puede alimentarse prácticamente de cualquier cosa, así, a diferencia de otras especies, encuentra suficiente comida durante todo el año, brotes, bayas, frutos, cortezas, raíces, setas, huevos, pollos, gazapos y un largo listado de alimentos que pueden ser aprovechados eficazmente. Por otro lado, son animales robustos y resistentes a lesiones y enfermedades y a penas cuentan con enemigos naturales que puedan predar sobre ellos. Salvo el hombre a través de la caza, el lobo donde está presente o algún que otro mediano carnívoro hábil que pueda capturar algún rayón despistado, nada más. Además, en los últimos tiempos, el abandono del medio rural, la disminución del aprovechamiento tradicional del monte, las políticas forestales de la mayoría de Autonomías... han provocado que el jabalí encuentre un hábitat cada vez más propicio.
Por todo ello, las poblaciones van creciendo exponencialmente, hasta llegar un momento en que las densidades son excesivas y el alimento empieza a escasear, sobre todo en algunos años como éste en el que la climatología de ciertos periodos del año ha sido muy desfavorable. Una intensa sequía provoca movimientos de los animales en busca de agua y alimento, en ocasiones, a lugares bastante inusuales y es entonces cuando se producen los mayores problemas.
En este sentido, accidentes e incidentes, algunos graves, como apuntábamos al inicio, aparecen sobre todo cuando se sienten amenazados (aunque solo sea por el estrés que les puede suponer estar fuera de su hábitat natural, por ejemplo en un pueblo, huerto, o la simple presencia humana), acorralados o se encuentran heridos. No debemos olvidar que se trata de animales que pueden superar los 100 kg, son robustos, de gran potencia mandibular y con colmillos que pueden resultar auténticas navajas, como bien sabemos los cazadores.
En cuanto a la solución, hay que ser realistas, a corto plazo pasa por la caza, única herramienta capaz de alcanzar el equilibrio perdido, a pesar de que siempre hay voces discordantes que aprovechan cualquier situación para alcanzar un cierto protagonismo, pero que suelen carecer de cualquier fundamento científico o técnico que justifique sus palabras. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que no se puede hacer responsables a los cazadores de resolver una situación en la que han tenido poco o nada que ver, más bien al contrario, han sido tradicionalmente de los pocos colectivos que colaboran en pro de reducir estos problemas cuando aparecen y en este sentido hay que alzar la voz rotundamente.
Por último debemos añadir que, a medio y largo plazo, el fin del conflicto no solo pasa por la caza, sino también por una buena gestión cinegética, pero también forestal, social e, incluso, administrativa, que vayan en la misma dirección, porque sino el problema que ahora protagoniza el jabalí, también es susceptible de aparecer con otras especies y no tardando.