Hace unas semanas recibimos una consulta sobre cómo plantear el cambio de la ubicación de la reserva en una reunión de un coto. Aunque la legislación en la mayoría de las CCAA indica una superficie mínima de reserva y ésta debiera ir rotando con los años, en la práctica sigue siendo un "Talón de Aquiles" en muchos cotos y de hecho el peor cazadero se suele destinar a la reserva.
Tenemos que entender que una zona de reserva es “algo más” que un par de cuarteles en los que no se puede cazar. Son realmente entornos en los que las especies cinegéticas tienen una protección adicional al no practicarse la caza y que, en momentos concretos, pueden salvar (en el sentido estricto de la palabra) las poblaciones de ciertos
animales. No son pocos los cotos que han conseguido recuperar tanto la caza mayor como la menor gracias a gestionar bien las reservas. Pero cuidado, la reserva hay que gestionarla y cuidarla más si cabe que el resto del coto. Lamentablemente en la mayoría de los cotos de menor las reservas apenas son gestionadas o incluso se citan en el plan cinegético solo por cumplir el expediente. Por ejemplo, muchos cotos que distribuyen bebederos o siembras para la caza en el coto no lo hacen en la reserva, lo cual es un contrasentido.
Así como las tierras de cultivo van cambiando y rotando con los años, la caza no deja de ser un “cultivo” que se
cría en la tierra y por tanto no se debe repetir siempre el mismo lugar. Los cotos que gestionan bien la reserva van rotando cada cierto tiempo para aprovechar los terrenos que han estado en reserva y no esquilmar los otros terrenos que han sido cazados durante varios años.
Si tienes tu reserva olvidada y crees que está para el "arrastre" no lo dudes; con la ayuda de un técnico de campo debes de convertirla en la mancha más preciada de tu coto para que fluya vida a otras parte del mismo.