La temporada cinegética 2013/2014 comienza ya y tras nueve meses de espera los aficionados a la caza de la liebre vuelven nuevamente al campo en busca de la escurridiza rabona.
Son muchas y muy diversas las formas de cazar a nuestras liebres que podemos encontrar a lo largo y ancho del territorio nacional: desde el solitario cazador de escopeta que patea el campo acompañado de su perro hasta las cuadrillas norteñas que la cazan en mano al son de los ladridos de sus perros de rastro, pasando por los cetreros que durante todo el año cuidan con mimo y paciente dedicación sus pájaros esperando que llegue el otoño para verlos volar tras la zigzagueante carrera.
Pero sin duda, y sin miedo a cometer equivocación, son los galgueros los que más ansían que llegue este momento del año. Devotos apasionados de la orejuda, en muchas jornadas de caza los hemos visto aplaudir a valientes liebres que se iban tras ganar una lucha de poder a poder con su veloz perseguidor. A los galgueros de verdad lo que les gusta es que la liebre se escape, que se marche, que no la maten, porque sólo acuden a ver cómo los galgos corren tras ella. Cuando una liebre ha corrido tres minutos y los galgos la han alcanzado, la han “meneao” y la liebre se ha ido hacia el perdedero, no es infrecuente que los presentes rompan en una sonora ovación.
Y con la lógica cautela que dicta la sabiduría añeja parece que las perspectivas de contemplar escenas de este tipo en la presente temporada son bastante favorables en todo el territorio nacional. Las buenas condiciones climatológicas de la primavera pasada, con abundantes lluvias que favorecieron el crecimiento del pasto y la vegetación, crearon las condiciones propicias para que las liebres se reprodujeran bien, tanto que, según se ha comprobado en las salidas al campo del comienzo del otoño, un verano seco y caluroso apenas ha hecho mella en sus poblaciones. Además, las lluvias de septiembre rompieron esa situación anticiclónica en la que estaba asentada la Península desde hacia varios meses y ello va a mejorar las expectativas previas, permitiendo a los aficionados disfrutar de esta actividad en mejores condiciones.
Ahora bien, no puede obviarse que si en Castilla y León se produjese un invierno suave facilitaría la proliferación masiva de un viejo conocido por estas tierras: el topillo, un roedor que fue plaga en el invierno del año 2007 y para cuya erradicación se repartieron entre los agricultores de esta Comunidad cientos de miles de pequeñas bolsas de trigo tratadas con letales anticoagulantes que pudieron tener efectos fulminantes sobre la reconocida fluidez sanguínea de las liebres, aunque nunca fue del todo demostrado, pues también se achacó el brutal descenso de ejemplares de liebre a un rebrote de tularemia, si bien, ni en los años más duros de dicha enfermedad hubo ni de lejos tal escasez.
La voz de alarma fue dada a finales del presente verano por algunos agricultores de La Moraña abulense y de la Tierra de Campos palentina que comenzaron a observar con frecuencia muchos topillos en sus tierras. El Gobierno Regional parece haberse echo eco de la misma y ha puesto en marcha algunas medidas como la quema de rastrojos y cunetas sin descartar la utilización de raticidas en función de cómo evolucionen las poblaciones. Ante esta perspectiva, la Federación Castellano Leonesa de Galgos también ha manifestado ya su más absoluto rechazo a la utilización de estos productos químicos en las zonas donde los topillos están repuntando por el riesgo evidente para otras poblaciones de animales presentes, entre ellos la liebre o la perdiz roja.
Esperemos que la dura climatología invernal de la meseta castellana frene en seco la reproducción del roedor para que nunca más se repita el desolador panorama que vivieron los galgueros en la temporada 2008 en la que apenas conseguían arrancar un solo animal de su encame. Fue mucho el esfuerzo humano y económico que cientos de acotados tuvieron que realizar para recuperar las poblaciones de la única pieza que cazan y que es parte fundamental de sus competiciones. Pero dejemos atrás fantasmas del pasado y dispongámonos a disfrutar de la que puede ser la temporada de consolidación definitiva de la recuperación de las buenas poblaciones de liebres que siempre se encamaron en los páramos Castellanos y Leoneses.
Al igual que para Castilla y León, las previsiones de apasionados lances y buenas capturas son muy halagüeñas también en Castilla-La Mancha, Madrid, Andalucía y Extremadura.
En Castilla La Mancha, el pasado 8 de octubre comenzó la que puede ser una muy buena temporada para la liebre que se extenderá hasta el 8 de febrero de 2014, pues la climatología ha sido buena y el retraso que se ha producido en las cosechas ha favorecido una buena cría en prácticamente todas las provincias de la región, donde la presencia de la liebre parece estar garantizada en unas condiciones óptimas. Faltaría por calibrar el posible impacto negativo que hayan podido tener algunas tormentas de granizo acaecidas a comienzos de octubre en algunos cotos importantes de Albacete, como fue el caso de La Roda, pero no se espera hayan causado graves pérdidas, al menos en esta especie.
Igualmente, la suave y húmeda primavera que disfrutaron las liebres madrileñas garantiza a priori una buena campaña en esta Comunidad. Es fácil que se superen las 33.825 liebres que fueron abatidas en la temporada 2012/2013, según los datos ofrecidos por la Consejería de Medio Ambiente, en los más de 700 cotos de caza abiertos este año en toda la región madrileña.
Por último, en Andalucía y Extremadura la liebre goza de una buena salud, no pudiendo ser mejores las perspectivas para esta temporada. Las poblaciones de liebre seguirán en aumento en gran parte del territorio extremeño y no le irán a la zaga las poblaciones andaluzas, a diferencia del conejo, que este año se ha visto afectado negativamente por el azote de las enfermedades y una mala reproducción por el calor o porque los campos hayan estado más secos. Los propios animales son los más conscientes de las situaciones por las que pasan; y por tanto, si saben que van a tener problemas para que reproduzcan sus crías debido a las condiciones climatológicas, ellos mismos criarán menos.
En definitiva, ante nosotros se presenta una buena temporada para disfrutar de la caza de la liebre independientemente de la modalidad que practiquemos. Parece que el refrán “Cuando menos te lo esperas, salta la liebre” se seguirá cumpliendo este año y ya sea precedida del típico “queda” de los galgueros cuando la ven encamada, del “ahí va laaaaaaaa…” cuando salta precipitada de su encame y sólo podemos dispararle “a tenazón”, de la muestra de un perro seguida del rápido aleteo del azor del cetrero o tras el latido nervioso de un sabueso…, da igual, su repentina presencia volverá a poner el corazón de los aficionados a su caza a mil por hora.