En las últimas semanas el tan traído y llevado asunto del lobo ibérico ha vuelto a los medios de comunicación con motivo de la decisión de la Diputación de Ávila de pedir que la provincia sea considerada "zona libre de lobos". Esta decisión surge por las quejas de los sindicatos agrarios ante los ataques que la cabaña ganadera ha sufrido en la provincia.
En dependencia del medio de comunicación consultado, uno podrá hacerse a la idea de las pérdidas económicas causadas por el lobo, del grado de protección que los ganaderos tienen frente a los ataques, de las decisiones políticas tomadas al respecto, del papel de la caza en la gestión de la especie y así un sin fín de cuestiones. Y como siempre, enzarzamientos entre ganaderos y grupos ecologistas que no van a ninguna parte, con afirmaciones poco afortunadas para todos, incluidos cazadores.
Al contemplar esta situación parece que no hemos aprendido de situaciones similares ya vividas en el pasado, especialmente en Castilla y León, donde el lobo sigue siendo abundante. Ni los lobos están por todas partes y son una amenaza para el Campo, ni están a punto de extinguirse.
Vayan a la Sierra de la Culebra (Zamora) y vean cómo es posible tener lobo con un número de ataques moderado, siempre los hay pero al final y desde hace cientos de años la convivencia es posible, generando cada vez más recursos económicos para el medio rural y siendo cazado de manera sostenible. ¿Será la caza mayor de aquellos bosques el secreto para su conservación?