La becada tiene todo lo que una especie de fauna debe tener para levantar pasión cinegética: sigilosa, esquiva, suele habitar parajes de gran belleza, majestuosa en su vuelo y de exquisita carne.
Cada año, cientos de cazadores se desvelan por poder vivir uno de estos lances junto a sus perros, con independencia de cazarla o no. No sorprende cuando uno conoce a la sorda, que tantas sean las miradas que se ciernen sobre ella, aunque hasta no hace mucho la becada era una especie muy poco conocida.
Al tratarse de un ave migratoria que recorre grandes distancias, plantear investigaciones no era tarea fácil. Dicho de otra manera, no tiene mucho que ver un estudio en una perdiz, que apenas supera en ocasiones las 30 hectáreas de territorio con las largas distancias de la chocha, que en poco tiempo puede recorrer cientos de kilómetros en busca de buenos hábitats para reproducirse. Esta dificultad no ha hecho sino incrementar el interés de varios grupos de investigación y asociaciones de cazadores en pro de la conservación de la becada.
En España el caso más claro es del Club de Cazadores de Becada (CCB), a su vez integrado en una asociación europea de becaderos que con mucho tesón y esfuerzo han conseguido realizar estudios pioneros utilizando collares GPS con los que se ha demostrado que la becada puede realizar movimientos de larga distancia, estando como ya se sabía muy relacionada con la climatología.
Otras Centros y Universidades radicados en Europa llevan trabajando años con las becadas, destacando The Game & Wildlife Conservation Trust (Reino Unido) y la Office National de la Chasse (Francia).
Como viene siendo costumbre en el resto de las especies de caza menor, la becada no pasa por su mejor momento y crecen las voces, especialmente entre los propios cazadores, que apuntan a que es necesario incrementar la gestión y conservación de la especie, especialmente vulnerable al tratarse de un ave migratoria. Precisamente hace poco el propio CCB realizó una crítica sobre las capturas realizadas en un campeonato de caza, capturas que habían excedido claramente lo deseado para mantener la sostenibilidad.
La becada tiene “algo” que es difícil explicar con palabras para muchos cazadores. Ojalá podamos poco a poco ir desvelando sus secretos pero guardando siempre ese halo de misterio y emoción cuando vemos a nuestro setter puesto en el lugar más inhóspito de nuestro coto.