Como dice el sabio refranero popular de muchos puntos de nuestra geografía, entre "San Antonio y San Juan los perdigones verás".
Ya hemos superado ambas fechas y como casi siempre los refranes se van cumpliendo. Ya somos muchos los que hemos tenido la suerte de ver lustrosas polladas de perdiz dirigidas hábilmente por sus progenitores a la búsqueda de cobijo o alimento cerca de linderos y arroyuelos de nuestro coto.
Quizás este año es más difícil que en otras ocasiones disfrutar de este regalo de la naturaleza porque las abundantes lluvias de la primavera han provocado una explosión vegetal que ha llenado nuestros campos de hierbas que, a la vez que favorecen el refugio de muchas especies, también dificultan su observación. Sin embargo, en el caso de la perdiz, esta humedad también ha traido una abundancia notable de insectos que son la base alimenticia de los perdigones en sus primeros días de vida, por lo que, como dice otro refrán "no hay mal que por bien no venga".
Ojalá las circunstancias de esta temporada reproductiva ayuden a nuestra reina a recuperar, al menos un poco, la tendencia decreciente que estamos recogiendo en sus censos en los últimos años. Es el momento ahora de cuidar estas hermosas familias y protegerlas, sobre todo de insensatos que puedan tener la tentación de correr detrás de ellas para hacerse con alguno de los jóvenes que seguramente morirá en pocos días en una cautividad que nunca debió tener, o de aquellos que al amparo de la media veda dicen confundir codorniz o tórtola con perdiz jóven cuando todos sabemos que harto difícil es tal confusión si somos cazadores de verdad.