Ciencia y Caza

El pasado lunes 19 de diciembre se defendió en la Escuela Universitaria de Ingeniería Agraria de Soria una tesis doctoral sobre los accidentes de tráfico causados por ciervo, corzo y jabalí en la mencionada provincia entre los años 2000-2007.

Tras una excelente exposición y defensa de los resultados y conclusiones, su autor, D. Adolfo Mercado Santamaría, profesor de la escuela y cazador, obtuvo la máxima calificación de Sobresaliente "cum laude". Esta calificación reconoció la calidad del trabajo, su rigor, enfoque y actualidad del tema elegido.

Se trata de un documento de gran valor, puesto que los accidentes de tráfico causados por especies cinegéticas son una lacra cada vez más frecuente, no solo para los conductores, sino también para los cotos. La elevada incidencia de estos siniestros hace que muchas Sociedades se vean abocadas a la desaparición, ante la incapacidad de hacer frente a los costosos seguros o indemnizaciones millonarias que reclaman los afectados, auspiciadas muchas veces por el despropósito de leyes ciertamente ambiguas.

Además, este trabajo es importante porque valora las medidas correctoras aplicadas en diferentes tramos de carretera durante el periodo estudiado y, sobre todo, plantea alternativas concretas de gestión que reducirían de forma muy considerable el problema.

Se observó que los puntos negros se concentraban en zonas con algunos aspectos en común, como curvas, zonas de transición limitadas por la própia vía entre bosques y parcelas agrícolas... También se apreció una mayor incidencia en áreas con vegetación frondosa en ambos márgenes de la carretera o por el efecto atrayente de algunos cultivos.

Entre las medidas correctoras planteadas se apuntaron algunas tradicionales como los vallados, pero solo en casos muy concretos, porque ni su coste ni el efecto barrera que podría causar en las poblaciones afectadas serían asumibles. Destacaron otras más prácticas, baratas y sencillas de ejecutar, algunas incluso por los propios cazadores, como el desbroce de unos metros en los márgenes de aquellas zonas más conflictivas y de vegetación más espesa. También destacaron la creación de puntos de agua o la siembra de parcelas, principalmente de leguminosas o mezcla con gramíneas, en el interior de las manchas de bosque, para evitar que los animales tengan que cruzar las carreteras con tanta frecuencia. La señalización o la colocación de bandas rugosas que limiten la velocidad de los vehículos en determinados tramos también resultaron de interés. Sin embargo, se insistió en que la colocación de avisos se ha generalizado tanto que los conductores ya no prestan atención y su valor se reduce.

Otras medidas que se mostraron menos eficaces, sobre todo por falta de mantenimiento o porque los animales llegaban a acostumbrarse a su presencia fueron las barreras de olor, espejos disuasorios o, incluso, las señales luminosas.

En cualquier caso, el autor insistió en que hay cosas que se pueden y deben hacer para reducir este problema, pero es fundamental abordar la gestión de cada caso concreto y huir de medidas generales, muchas veces muy costosas y poco prácticas. Por ello, este documento puede ser una herramienta importante para que las administraciones implicadas en el diseño y mantenimiento de carreteras conozcan la realidad y colaboren en la reducción de estos accidentes que, por desgracia, todos los años cuestan alguna vida.

Desde Ciencia y Caza queremos destacar la gran importancia para el sector de los trabajos científicos en materia cinegética y agradecer el esfuerzo a sus autores, más si cabe, cuando son cazadores. Es fundamental analizar datos para extraer conclusiones, porque muchas veces las impresiones pueden equivocarnos.