Se acerca lo más crudo del invierno y la temporada cinegética alcanza su punto central en este mes de diciembre.
Mientras casi todos seguimos preocupándonos sin descanso por la situación de perdices o conejos que, por desgracia, no es la mejor, nos olvidamos de otros pequeños, pero importantes protagonistas de la general, los zorzales, cuya caza apasiona a cientos de compañeros y que es aún más importante, si cabe, en otros países de Europa.
En la Península podemos disfrutar de cuatro especies de zorzal, el común, el alirrojo, el charlo y el real con diferencias fundamentales en cuanto a tamaño, plumaje o, incluso costumbres.
Los zorzales son aves de pequeño tamaño, en general migratorias, que empiezan a llegar, procedentes del Norte y Centro de Europa, en los meses de octubre y noviembre. Las fechas de llegada pueden variar cada año en función fundamentalmente de la disponibilidad de alimento en las zonas de origen y las condiciones meteorológicas.
En cuanto a su caza, podríamos decir que, a pesar de que las tendencias encontradas en las llegadas de la especie en los últimos años es constante o decreciente, asociadas fundamentalmente a alteraciones en el hábitat y cambios meteorológicos fundamentalmente, cuenta cada vez con un mayor número de aficionados, quizás debido a la disminución de otras especies de pluma como la perdiz y, sobre todo, por el cada vez mayor conocimiento de estas aves y su atractiva caza.
Hace algunas décadas se consideraba al zorzal como una especie secundaria y, sobre todo cuando la escasez era evidente y había que aprovechar bien cada cartucho, era impensable tirar a estos pajarillos que difícilmente lo pagarían, empleando otras artes de caza, muchas ellas de gran ingenio para conseguir su captura.
Hoy las cosas han cambiado e incluso existe un creciente turismo cinegético asociado a la especie por el que numerosos cazadores venidos de otros países pagan por cazar zorzales en jornadas organizadas en Levante o Andalucía, en terrenos que obtienen unas interesantes rentas complementarias asociadas que en otras épocas eran inimaginables.
En cuanto a las modalidades de caza de la especie podríamos destacar tres fundamentalmente, la caza al salto, en puesto fijo y en parany:
-La caza al salto o en mano es una modalidad similar a la empleada con otras especies como perdices o conejos que consiste en batir un terreno potencialmente querencioso para los zorzales, de forma lenta y sigilosa, hasta conseguir un “levante”. Es conveniente contar con perros tranquilos y bien entrenados que sean capaces de no hacer volar a las piezas hasta que nos encontremos a una distancia adecuada para el tiro y, sobre todo, que sean buenos cobradores puesto que por el pequeño tamaño y agilidad de los pájaros puede ser complicado dar con ellos. Cuando llegamos a una zona potencialmente buena para el zorzal debemos prestar atención puesto que no suele haber individuos solitarios sino que en la misma área puede haber varios por lo que es común que vuelen a la vez.
-La caza en puesto fijo es quizás la más frecuente para la especie y consiste en permanecer camuflados en un puesto ubicado estratégicamente para intentar abatir a las aves, bien aprovechando sus movimientos migratorios o bien sus entradas y salidas a los puntos de agua y zonas de alimentación. Los puestos deben estar bien diseñados para evitar espantar a los zorzales que cuentan con una excelente visión y oído y, sobre todo, tener la calma suficiente para realizar solamente disparos a la distancia adecuada para evitar fallar excesivos tiros y, sobre todo, espantar a posibles grupos que puedan ir entrando. Es muy importante aquí también contar con buenos perros cobradores que sean capaces de ir recogiendo las piezas a medida que vayan cayendo para evitar perder un número excesivo de ejemplares que, por su pequeño tamaño, puedan pasar desapercibidos si la recogida se hace al final de la jornada.
- Caza en parany.- Es una modalidad cinegética tradicional típica del Levante español que consiste en utilizar un árbol de gran porte como trampa para los pájaros. Conseguir un parany de calidad requiere un gran esfuerzo y muchos años de trabajo y consiste en ir creando una estructura enramada y frondosa exterior que atraiga a las aves y más hueca en su parte central donde se colocarán pequeñas ramas a modo de posaderos artificiales impregnados en liga para que las aves queden allí atrapadas una vez posadas. En el momento actual existe una importante controversia en relación a su legalidad por lo que para garantizar su viabilidad futura es imprescindible, como para cualquier otra modalidad cinegética empleada en para todas las especies cinegéticas cumplir de forma estricta los principios básicos de un buen cazador que no son otros que los de selectividad, sostenibilidad y, como siempre, sentido común.