Aunque el corzo es ahora abundante en buena parte de España, durante décadas se mantuvo inédito en muchos parajes en los que había existido.
Poco a poco, la especie fue recolonizando territorios por el abandono de la actividad agraria y la poca presión de predadores naturales, especialmente el lobo. Por otra parte, no han sido pocos los intentos de reintroducir corzos utilizando para ello ejemplares de otros lugares.
Un trabajo de López-Martín y colaboradores estudió la supervivencia, dispersión y selección de hábitat de corzos utilizados para una reintroducción, es decir, animales que eran capturados en un lugar y llevados a otro para su suelta.
El estudio se realizó en la Reserva Nacional de Caza de Ports (Tarragona), liberando a lo largo de tres años consecutivos 38 ejemplares, 23 hembras y 15 machos, procedentes de Francia y Lérida. Del total de animales liberados, se colocaron collares de radioseguimiento en 30 corzos, 20 hembras y 10 machos. Se realizaron un total de 589 localizaciones, con cerca de 20 localizaciones por individuo como media.
De los 30 corzos con collar, se encontraron nueve muertos; seis con signos de haber sufrido traumatismos y miopatía de captura (lesiones derivadas del momento de la captura, transporte y liberación) y los tres restantes fueron víctimas del furtivismo. La señal se perdió en ocho corzos por causa desconocida, es decir, se intentó seguir y localizar a los animales pero no fue posible. Finalmente, se recuperaron cinco collares sin saber qué había pasado con el corzo que lo llevaba.
Como media, los corzos sobrevivieron 285 días, sin registrarse diferencias significativas en dependencia del sexo, la edad y el origen de los animales, aunque en las hembras sobrevivieron más que los machos. No obstante, los autores destacan que la mortalidad fue muy acusada durante los primeros 87 días.
En cuanto a la dispersión, los corzos se mantuvieron, por lo general, cercanos al punto de liberación, con una distancia media de 2,8 km, sin existir diferencias significativas entre el sexo, la edad y el origen.
Respecto a la selección de hábitat, los corzos prefirieron las zonas con elevada cobertura de coníferas, poca pendiente y moderada altitud, orientada al sur, rechazando de forma evidente las zonas orientadas al norte y al oeste. En comparación con estudios similares realizados anteriormente, se registraron unos valores de supervivencia parecidos. La mortalidad por traumatismos pudiera deberse a que el paisaje de Ports era más abrupto que el del origen de los corzos y por tanto algunos animales habrían sufrido accidentes al dispersarse. Como se apuntó anteriormente, la observación de miopatía de captura se debió al estrés inducido durante la captura, transporte y liberación, trastorno frecuentemente observado en ésta y otras especies sujetas a este tipo de manejo.
La dispersión resultó ser inferior a la registrada en otros proyectos, hecho que también podría explicarse por lo abrupto del paisaje, que empujaría a los corzos a evitar introducirse en zonas peligrosas con desfiladeros, precipicios, gargantas y otros accidentes del terreno no siempre fáciles de sortear. En cuanto a la selección de hábitat, los corzos reintroducidos optaron por ambientes parecidos a los utilizados por los corzos ibéricos.
Los autores evalúan como satisfactoria la reintroducción estudiada, si bien advierten de la necesidad de extremar el cuidado en el manejo de los corzos. Teniendo en cuenta la dispersión registrada durante las primeras semanas, es necesario elegir en la medida de lo posible puntos de liberación que no tengan áreas peligrosas para los corzos, tales como barrancos, desfiladeros y gargantas.
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Referencia del trabajo
LÓPEZ-MARTÍN, J.M., MARTÍNEZ-MARTÍNEZ, D., SUCH, A. Supervivencia, dispersión y selección de recursos de corzos Capreolus capreolus (Linnaeus, 1758) reintroducidos en un hábitat mediterráneo. Galemys. 2009, vol. 21, p. 143-164. Palabras clave: corzo, dispersión, hábitat, reintroducción, supervivencia