Poco a poco se va recuperando el "tiempo perdido" en la liebre ibérica, especie de gran importancia en la caza menor pero por desgracia poco estudiada en comparación con la perdiz roja y el conejo de monte.
Cierto es que las liebres, salvo en determinadas regiones y circunstancias, han gozado de buena salud, siendo incluso plaga y ocasionando cuantiosos daños agrícolas. No obstante, es fundamental profundizar en el conocimiento de la biología y ecología de la especie para que siga librándose de los galgos con la soltura de siempre.
Un estudio firmado por parte de nuestro equipo técnico, encabezado por el Dr. Sánchez-García y colaboradores de la Universidad de León ofrece más datos sobre una pequeña población de liebres ibéricas en la provincia de Valladolid, un terreno típico de Meseta Castellana donde la rabona era antaño abundante pero ahora más bien escasa y en poblaciones misérrimas.
Los autores capturaron a lo largo de tres años 23 liebres ibéricas en una finca en la que se realizó control de predadores y mejoras del hábitat, que en principio hacían del lugar "idóneo" para las liebres. Las liebres fueron provistas de collares de radioseguimiento, realizándose un seguimiento de cada animal desde su captura y liberación hasta su muerte o final de duración de la batería del collar (que ronda los 300 días de vida útil).
La supervivencia media para el período estudiado (300 días) fue del 13%, es decir que de las 23 liebres estudiadas solamente tres consiguieron vivir más de 300 días. Se observó que las liebres adultas y los machos vivieron más que las subadultas y las hembras, si bien las diferencias no fueron estadísticamente significativas seguramente por las pocas liebres estudiadas.
Las principales causas de mortalidad fueron depredación por cánidos silvestres (52%), incluyendo zorro, perros asilvestrados y lobos, enfermedades, más concretamente Tularemia (13%), atropellos (9%) y causas desconocidas en un 26% de las ocasiones. Destacó el zorro como el principal depredador, sin detectarse depredación por rapaces.
El área de campeo para todas liebres (superficie de terreno en la que viven) fue de 39.6 hectáreas, sin encontrar diferencias significativas entre liebres adultas y jóvenes pero sí cuando se consideraron machos y hembras, seguramente por el comportamiento reproductivo y el cuidado de los lebratos que las hembras deben de afrontar.
La preferencia por uno u otro tipo de encame fue interesante, ya que las liebres prefirieron zonas sin cultivar frente a campos de cultivo y zonas con arbustos o bosque durante la práctica totalidad del estudio. Fue intersante comprobar cómo el área de campeo se redujo cuando las liebres se encamaron en las zonas sin cultivar (eriales), pasto o bien alfalfa, que en este estudio fueron paisajes de transición entre matorrales, bosques y tierras de cultivo.
Del estudio se pueden sacar algunas conclusiones importantes de cara a la gestión de nuestros cotos:
1. Las liebres pueden llegar a sufrir mucha depredación, pero hay otros factores que también inciden negativamente como las enfermedades y los atropellos. Los zorros fueron los principales depredadores en este estudio y debe prestarse mucha atención a su control.
2. En dependencia de la edad y sexo la supervivencia y área de campeo varían. Aunque se necesitarían muchas más liebres para confirmar estos datos, parece ser que los machos siempre se mueven más que las hembras, aunque esto no parece traducirse en que aumente la depreación sobre ellos. 3. Las liebres prefieren zonas de transición paisajística frente a los típicos campos de cultivo o zonas más o menos cerradas de bosque y matorral. Ya se sabe, el lindero es el lindero.
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Referencia del trabajo:
SÁNCHEZ-GARCÍA, C., et al. (2012) Survival, home range patterns, probable causes of mortality, and den-site selection of the Iberian hare (Lepus, Leporidae, Mammalia) on arable farmland in north-west Spain. Italian Journal of Zoology, DOI:10.1080/11250003.2012.685109.