Hace no muchos meses los medios especializados se llenaron de noticias sobre un nuevo virus que estaba afectando a la cabaña ganadera, principalmente rumiantes, en el centro y norte de Europa, el virus Schmallenberg.
Se trata de un proceso que se transmite por medio de vectores (insectos) que provoca problemas reproductivos, el nacimiento de corderos con malformaciones y mermas importantes en las producciones lácteas de los rumiantes, lo que supone una importente repercusión en la ya maltrecha economía de los ganaderos. Se han diagnosticado casos en prácticamente toda Europa, Bélgica, Francia, Alemania, Italia e incluso España, aunque por suerte el número de afectados ha sido muy bajo aún en el caso de nuestro país.
Sin embargo, recientes investigacoines realizadas por científicos de la Universidad de Lieja están observando la presencia de virus en fauna silvestre, señalando que corzos, ciervos o jabalíes pueden actuar como potenciales reservorios del virus, siendo capaces de transmitirlo a la cabaña ganadera doméstica. Sin embargo, estas investigaciones apuntan también a que el efecto del virus en los animales silvestres es muy lábil no llegando a producir síntomas evidentes de enfermedad. Aspecto por un lado positivo aunque, por otro, complica enormemente la gestión puesto que es mucho más difícil detectar animales portadores salvo que no se establezcan programas de vigilancia activa del proceso en reses abatidas en cacerías, recechos o aguardos.
Nos encontramos por tanto ante un nuevo ejemplo de interacción directa entre la cabaña ganadera y la fauna silvestre, principalmente cinegética, en la que agentes infecciosos circulan entre diferentes especies, de modo que si no se aplican programas integrados de vigilancia y gestión en ambos grupos no se conseguirán efectos positivos y será muy complicado controlar estos procesos, con la importante repercusión económica, ambiental o, incluso, social que esto puede suponer.
Desde Ciencia y Caza animamos a las administraciones competentes a establecer programas activos de vigilanca incorporando veterinarios en las Consejerías de Medio Ambiente de las Comunidades Autónomas, que trabajen de forma combinada con los que desempeñan su trabajo en Ganadería.