Los atropellos siguen siendo un gran problema para muchos países en los que las carreteras atraviesan entornos en los que existen poblaciones de fauna silvestre, en muchas ocasiones cinegética. Los accidentes pueden causar víctimas mortales, grandes pérdidas económicas y, en ocasiones, pérdida de biodiversidad en ciertas especies que son atropelladas en estos accidentes.
En los últimos años ha crecido la polémica en torno a la responsabilidad civil de dichos accidentes, con varias reformas legales al respecto, así como el interés por conocer por qué se producen y cómo resolver este problema.
Los datos ofrecidos por la Dirección General de Tráfico dibujan un mapa muy claro de los atropellos de fauna cinegética en España. Así, según datos del año 2006, la siniestralidad es muy elevada en las provincias de Soria, León, Huesca, Asturias y Burgos, siendo ciervos, corzos, jabalíes y zorros las especies más frecuentemente atropelladas. Según la misma fuente, los atropellos se producen mayoritariamente en vías convencionales, con los turismos como vehículos principalmente implicados. Por el contrario, en las vías con vallado obligatorio (como autovías y autopistas), los accidentes son mucho menos frecuentes y, en su mayoría, están causados por fauna doméstica.
Algunos estudios, como el publicado por Juan Malo y colaboradores en el 2004 estudiando atropellos en Soria, han intentado descifrar por qué los accidentes se producen en ciertos lugares y si existe una relación con las características de la carretera. Los autores encontraron que los “puntos negros” eran aquellos que se localizaban en medio del monte, apenas con presencia de cultivos, sin rastro de “presencia humana” (ausencia de casas y edificios), guardarraíles ni cruces de circulación. En otras palabras, se trataba de carreteras “a pelo”, cruzando áreas boscosas y de monte con bajísima presencia humana.
Otros interesantes estudios han intentado diseñar herramientas o métodos distintos del vallado para evitar que los animales crucen la carretera y, por el momento, no existe la “fórmula mágica”, dado que no todos los animales se fían de los pasos artificiales y métodos para espantar, como las bandas sonoras o los reflejos de luz que se activan al pasar los coches.
Ante esta situación, cabe preguntarse si algún día los accidentes de tráfico serán anecdóticos. A día de hoy parece que estamos muy lejos de ello. Al fin y al cabo, al campo no se le pueden poner puertas y hasta que no puedan desarrollarse métodos más efectivos la prevención seguirá siendo la mejor medida, es decir, respetar escrupulosamente los límites de velocidad y extremar la precaución en los puntos negros. Por otra parte, hay que recordar el impacto negativo que las carreteras infringen en muchas poblaciones cinegéticas, que siempre estuvieron ahí pero que, de repente, han tenido que convivir con vías de comunicación que se cruzan con sus pasos. Lo dicho, precaución, amigo conductor.
Recomendamos la lectura de;
MALO, J.E, SUÁREZ, F., DÍEZ, A. Can we mitigate animal-vehicle accidents using predictive models? Journal of Applied Ecology, 2004, vol. 41, pp. 701-710.