La gestión de las especies cinegéticas comprende los 365 días del año, pero existen ciertos períodos de mayor importancia en los que debemos de estar “encima”. En la perdiz roja, como en otras aves, es la incubación y crianza de los pollos uno de los momentos cruciales, dado que la supervivencia de la especie depende en buena parte del éxito de la puesta y el desarrollo de los pollos. En esta nueva entrega de “del laboratorio a tu coto” repasamos lo que la ciencia nos dice sobre la incubación y eclosión de perdigones.
1. ¿Cuándo se inicia la puesta?
En España, el inicio de la puesta es muy variable, dado que al sur Peninsular comienza mucho antes (el primer huevo puede ser puesto a finales de febrero), mientras que la fecha se va retrasando según nos dirigimos al centro y norte, con perdices que viven en montañas del norte que pueden iniciar la puesta ya entrado Mayo. El tamaño de la puesta está en torno a 7-18 huevos.
2. ¿Dónde se realizan los nidos?
La perdiz muestra predilección por zonas de transición paisajística para realizar la puesta, siendo los linderos uno de los lugares preferidos. En todo caso, también pueden optar por cultivos y zonas más leñosas y lugares tan inverosímiles como el tronco de olivos.
3. ¿Qué sabemos de la incubación?
Una vez finalizada la puesta, la perdiz incuba los huevos entre 23-24 días. Recordemos que en la perdiz puede producirse una “doble nidada” y tanto hembra como macho incuban los huevos. Las perdices que incuban arrancan varias plumas de su abdomen (apareciendo el “parche de incubación”), para incrementar el calor ofrecido a los huevos, permaneciendo en el nido durante largos períodos de tiempo, abandonando el nido para comer y beber, siendo muy características las heces que depositan, mucho más grandes que las heces normales. Durante los últimos días de incubación, es cuando comienzan a sucederse los primeros piados de los perdigones, que son respondidos por el adulto, sucediendo entonces lo que conocemos por “impregnación”, proceso biológico por el cual los perdigones reconocen a sus padres y a la especie a la que pertenecen.
4. ¿Y de la eclosión?
De forma sincronizada, los pollos comienzan a eclosionar y a las pocas horas de haber roto el huevo y haberse secado, pueden ya abandonar el nido. En la naturaleza, la mayor parte de los huevos son fértiles y salvo que se hayan producido problemas en la incubación, la mayoría de ellos eclosiona.
5. ¿Por qué la incubación y eclosión son períodos críticos?
Lo son porque tanto la perdiz que incuba como los perdigones son presa fácil de mamíferos terrestres, principalmente el zorro, así como de las labores agrícolas “agresivas” que tanto daño hacen tanto a la perdiz como a otra fauna silvestre. La perdiz que está incubando se resistirá a abandonar el nido, especialmente cuando los perdigones han eclosionado y los perdigones son muy vulnerables durante los primeros meses de vida: sólo el mimetismo les puede salvar de un ataque.
6. ¿Qué podemos hacer frente a los depredadores?
La mayor parte de cotos de caza realizan algún tipo de control de predadores en este período, especialmente de zorros y córvidos. Parece que hay dos períodos claves: cuando comienza la incubación, dado que los adultos desprenden “más olor” y cuando los perdigones eclosionan, al ser oídos fácilmente por depredadores terrestres.
Los escasos estudios disponibles sobre el tema muestran que el control sí puede incrementar la supervivencia de los perdigones, pero no el de los individuos adultos y nidos. En otros países y especies, como la perdiz pardilla, se ha demostrado que un control de depredadores “a conciencia” durante el período reproductivo de la perdiz puede incrementar notablemente tanto el éxito de los nidos como el número de perdigones censados después del verano.
Por lo tanto, si se realiza un control mediante los métodos permitidos por la ley durante los momentos críticos podremos ayudar a las nuevas polladas de perdices.
7. ¿Es siempre culpa de los depredadores “clásicos” como zorros y córvidos?
No, en absoluto. Hay otros depredadores como perros y gatos asilvestrados que hace mucho daño y también otros depredadores protegidos como el tejón y mustélidos que también pueden ejercer efectos negativos. En muchos cotos hay depredadores “desconocidos” como las ratas, que tiran al traste muchos nidos y pollos y que a su vez pueden hacer que “echemos la culpa” a depredadores que no ejercen un impacto negativo, como en ocasiones sucede con el gato montés y otras especies protegidas.
8. El hombre, temido depredador de nidos y pollos
Mención aparte merece el Homo sapiens, que sigue por desgracia siendo un importante depredador durante esta época del año. Provisto de vehículos varios (desde un todo-terreno hasta una bicicleta), se dedica a expoliar tanto nidos como perdigones, mermando sobremanera las poblaciones silvestres, muchas veces motivado por el ansía de tener “una perdiz silvestre” enjaulada en el patio. Por suerte, la actitud está cambiando y la Ley está cayendo sobre este tipo de terrorista ambiental que luego se queja de que “no hay perdices en el coto”.
9. ¿Es sólo una cuestión de depredadores, qué pasa con el hábitat?
Una vez que hemos mencionado el impacto de los depredadores, debemos hablar sobre el “quid de la cuestión”, que no es otra que la agricultura. La investigación disponible apunta que, al menos en la perdiz roja, un hábitat de calidad puede “contrarrestar” una presión de predadores importante. Dicho de otra manera, la preservación del hábitat debe ir antes del control de predadores.
10. ¿Qué papel juega el hábitat en la incubación y eclosión?
De nuevo nos encontramos ante otra de las cuestiones claves para el éxito de la incubación y de la eclosión. Un hábitat óptimo facilitará enormemente el éxito de las puestas y viabilidad posterior de las polladas. Uno de los problemas que nos estamos encontrando cada vez con más frecuencia es, por ejemplo, las siegas en verde de cultivos que antes se cosechaban en seco y que ahora se empacan como forraje. Esto hace que las segadoras actúen en mayo, el mes clave para la incubación, llevándose por delante numerosos nidos y adultos.
Tampoco debemos olvidar de nuevo el negativo papel del uso masivo de herbicidas y plaguicidas que pueden, además de reducir las puestas, minimizar la tasa de fecundación o la propia eclosión de huevos viables.