En fechas recientes ha vuelto a saltar a la palestra un tema tabú para muchos cotos: tener o no tener guarda de caza.
Unos piensan que aunque ayudan, poco pueden hacer en el Campo porque no hay nada que cuidar. Otros mantienen que la ausencia de guardas es una de las principales causas por las que hoy no tenemos caza, especialmente caza menor. La mayoría coinciden en que es un gasto difícil de asumir para muchos cotos, especialmente ahora en estos tiempos de crisis y que la Administración debería de reinventir de alguna manera todo el dinero que se recauda por las tasas, que no es poco.
La desaparición del guarda de caza "de toda la vida" en la inmensa mayoría de nuestros cotos (también conocido antaño como alimañero) fue la puntilla para muchos terrenos en los que a duras penas se mantenía la caza. El guarda no sólo tenía un ojo puesto en los depredadores, también conocía los bandos, sus querencias, ahuyentaba a furtivos y otros terroristas y servía en algunas ocasiones de vínculo entre cazadores y agricultores cuando la propiedad de la tierra estaba repartida. En otras palabras, era lo que a las ovejas es el pastor y lo que al cultivo el agricultor.
No tenemos estudios suficientes en España para saber cuántos cotos están bien guardados por un guarda de caza. Es posible que en la mayoría de los cotos la gestión la hagan cazadores amantes del campo que con mucho entusiasmo cuidan la naturaleza que otros ignoran; guardar caza no es sólo cuidar de ésta, sino también del resto de criaturas de las que nadie se acuerda.
Sí sabemos que en países como el Reino Unido los cazadores tienen claro que vale más tener un buen guarda trabajando todo el año que un hábitat perfecto. La caza es un cultivo y la diferencia está en el guarda.
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