Hace unos días, varios medios de comunicación se hicieron eco de la desalentadora desaparición de la perdiz pardilla en Suiza. "Tras no haberse producido observaciones durante el 2019, es más que probable que la especie se haya extinguido".
Esta triste historia comenzó décadas atrás, cuando como en el resto de Europa, las perdices pardillas o grises comenzaron a hacerse más escasas por la intensificación del campo en los lugares donde las pardillas siempre habían estado presentes. Las estimaciones apuntan a que durante el siglo XX existían alrededor de 10.000 perdices en las escasas áreas del país Alpino.
En un intento por salvar la especie, en 1991 el Gobierno encargó al Instituto Ornitológico Suizo un plan a 10 años para revertir la situación. Desde entonces, se han realizado importantes cambios en la agricultura, se han liberado perdices criadas mediante métodos semi-naturales y se ha acometido un importante programa de investigación para conocer con detalle todos lo que ha ido sucediendo. Es importante decir que la pardilla no es especie cinegética desde hace décadas en Suiza y que el control de predadores (como el zorro), está muy limitado (siendo prácticamente inexistente en muchos cantones).
Los esfuerzos han sido en vano, y muy posiblemente las pardillas no vuelvan jamás a campear en las campiñas de Suiza.
Noticias como ésta, nos deben hacer reflexionar sobre el incalculable valor de nuestras especies silvestres, sean perdices (rojas o pardillas), tórtolas, codornices, acuáticas y limícolas, lagomorfos o ungulados y la importancia de que sectores como el cinegético sean tenidos en cuenta en los programas de conservación de las especies, de manera que puedan contribuir activamente para lograrlo.
Recuerda, quien tiene perdiz silvestre, tiene un tesoro.