Tras un convulso fin de semana marcado por unas imágenes que han dado la vuelta a España y seguramente a más siitios, nos animamos a escribir unas líneas para mostrar nuestra opinión al respecto.
En primer lugar, no podemos sino comenzar por mostrar nuestro apoyo al rehalero que ha tenido y tiene que estar pasando unos de los peores días de su vida, marcados por un lance en el que lejos de abandonar a sus perros se atrevió a acercarse hasta comprometer su seguridad personal y su vida por resolver la situación de la mejor manera posible.
Por otro lado, también queremos mostrar nuestro apoyo a la persona que grabó y colgó el vídeo en las redes sociales, porque seguramente también, no fue consciente de la repercusión que podría tener y que luego se ha confirmado. ¿Y si les hubiera pasado a ustedes?. ¿no lo habrían grabado? ¿no lo habrían colgado en alguna red social? ¿No cuelgan imágenes de ejemplares abatidos en ocasiones en condiciones lamentables? No se puede justificar, desde luego, ni lo uno ni lo otro, pero tampoco se puede apalear publicamente a alguien y mucho menos amenazarlo de la manera que se ha hecho. Sirva para que todos aprendamos del error.
En un mundo en el que manejamos internet como si estuvieramos en pijama y zapatillas en el salón de casa, abriendo nuestras vidas a los demás y pensando que aquellos que comparten nuestras aventuras o generan "likes" son nuestros "amigos", no somos conscientes de que internet es global y que lo que mostramos a través de nuestros móviles u ordenadores, tiene un alcance ilimitado y, muchas veces, como en este caso, insospechado.
Queremos imitar a las grandes compañías y famosos que venden productos y su propia imagen a costa de ganar esos "me gusta", sin darnos cuenta de que detrás de ellos existen equipos de profesionales que diseñan estrategias completamente medidas, ajustadas y enfocadas a los objetivos perseguidos, entre los cuales se encuentra, sin duda, el que no nos demos cuenta de que esto es así.
Sirva todo ello para reflexionar sobre internet y las redes sociales, sobre los "influencers", "hastag", "bloggers" y otros muchos anglicismos que por no escribirlos en castellano parece que nos hacen más importantes y, lo que es peor, cuando usamos otros términos, propios y reconocidos, nos tachan de paletos y" fuera de onda".
Pues bien, nosotros somos más de lo clásico, de amigos y no fans, de cafés y lumbres y no chats, de campo y no workshops y de editoriales como esta y no copywritting, aunque, en los tiempos que corren, no podemos renunciar a estar en la onda.
Pero volviendo al principio, tampoco queremos dejar pasar la ocasión de hacer mención al oportunismo de aquellos que han utilizado esas imágenes como si del mismisimo demonio se tratara, sin ocuparse de conocer la realidad de las cosas, del campo, de la caza y de la gente que vive por y para ella.
Algunos políticos, naturalistas y ecologetas que no han tardado en buscar el rédito en la desgracia de los demás, mientras se llevan las manos a la cabeza cuando, por ejemplo, revistas del sector, en un acto de búsqueda de transparencia, tratan de desgranar cuantos euros se llevan a través de financiación pública o de sus socios, muchos de ellos con una gran voluntad pero desconocedores absolutos de la realidad y alimentados por la información sesgada, interesada y fuera de contexto de imágenes como la del fin de semana. Dentro de poco obligarán a pixelar las imágenes de los documentales cuando los leones ataquen a las gacelas para "no herir sensibilidades".
No seremos nosotros los que consigamos convencerles, ni tampoco ustedes los que nos leen, pero si todos nos comportamos con pulcritud y mesura y defendemos a la actividad y al sector con argumentos sensatos y sosegados y, por supuesto, con ciencia, que hay mucha y de calidad que nos avala, se lo pondremos un poco más difícil.
Ladran luego cabalgamos
