Nos encontramos ante un episodio de frío que roza lo inédito en nuestras latitudes y que, incluso, ha conseguido superar el record de grados negativos nunca antes registrados en nuestro país.
No solo el frío está siendo inusualmente extremo y prolongado, sino también las copiosas nevadas que, además de acumularse en zonas elevadas, también afectan a zonas de meseta y llanura del centro y sur de España.
Todo ello está generando una gran preocupación entre el colectivo cinegético, puesto que es evidente que esta situación contará con efectos negativos sobre las poblaciones silvestres de aves y mamíferos pero, ¿contamos con algún estudio al respecto?
En España, el efecto de las olas de frío no ha sido muy estudiado, si bien tenemos datos de otros países de nuestro entorno. En Reino Unido, un estudio firmado por Clark confirmó que en años con olas de frío, se recogen más aves limícolas muertas en comparación con años en los que no se producen estas olas. En Francia, Lormeé y colaboradores analizaron casi 1.800 muertes en aves tras una ola de frío en el año 2012, la mayoría de ellas avefrías, becadas y zorzales. El 56% de estas muertes se debieron al hambre, 23.7% a choques con coches y 8.4% por predación.
Por todo ello, parece evidente que la situación aquí, por los pronósticos para los próximos días, pueden hacernos sospechar que la situación puede ser similar. Además, con esos estudios como aval, podemos darnos cuenta que la principal causa de mortalidad durante estos episodios prolongados de frío extremo para las especies de caza menor es la dificultad que se presenta para aves y pequeños mamíferos para encontrar alimento, algo que, sobre todo en zonas con grandes nevadas, es común también para especies de caza mayor.
De ese modo, la principal medida urgente de gestión que podemos abordar en nuestros cotos durante estos días, es tratar de ofrecer alimento a las especies que habitan en ellos, grano de cereal o forraje de leguminosas, pueden ser buenas alternativas para que especies cuya capacidad de desplazamiento puede verse limitada como perdices o conejos superen con éxito el temporal.
En otros casos, como ocurre con las becadas, hay estudios que indican que pueden sobrevivir sin comer hasta 6-7 días y tratarán de desplazarse en busca de áreas con un clima mejor (Sánchez-García y col., 2018).
Referencia de los artículos:
Clark, J. A. (2004). Ringing recoveries confirm higher wader mortality in severe winters. Ringing & Migration, 22(1), 43-50.
Lormée, H., Ferrand, Y., Bastat, C., Coreau, D., Gossmann, F., Trolliet, B., ... & Boutin, J. M. (2013). Effects of the February 2012 cold spell on terrestrial birds wintering in France. Ringing & Migration, 28(2), 85-97.
Sánchez‐García, C., Williams, O., & Hoodless, A. (2018). Regulation of body reserves in a hunted wader: Implications for cold‐weather shooting restrictions. Journal of Applied Ecology.