Hoy en día la presencia del jabalí en montes, campos y ciudades es cada vez más frecuente, con una explosión poblacional durante las últimas décadas causada, en mayor medida, por la despoblación rural y los consiguientes cambios en el uso del suelo.
Esta oportunista y prolífica especie se ha adaptado perfectamente a dichos cambios, llegando a colonizar incluso el medio urbano de muchas ciudades europeas, véase como ejemplo, Berlín (Alemania).
Los investigadores G. Massei y P.V. Genov se preguntaron cuál era el impacto que podrían tener los jabalíes sobre las plantas y animales del medio que ocupan.
Aunque es un animal omnívoro, la mayor parte de su dieta es vegetariana (aproximadamente el 80%) y principalmente se dedican a “hozar” o buscar bayas, raices y tubérculos en el suelo (5-15 cm de profundidad).
El impacto que tiene sobre la especies vegetales no se limita a su mera reducción, sino que depende de la carga animal, es decir, el número de jabalíes por superficie de terreno, siendo éste un factor muy importante, ya que un pequeño número o una pequeña carga animal, favorece la diversidad y dispersión en las zonas boscosas, mientras que cuando hay un número excesivo de animales se produce inevitablemente un daño a la flora del lugar.
Las típicas hozaduras de los jabalíes provocan por un lado una erosión mecánica en el suelo, dañando a las especies herbáceas principalmente y aumentando la erosión por lavado del suelo, pero por otro lado, ese “laboreo” del terreno favorece la absorción de nutrientes por parte de determinadas plantas, como los árboles leñosos.
Por otro lado, se encuentran las especies animales, que representa una porción menor de su dieta, pero de gran importancia.
El impacto que tiene sobre los animales varía, desde el efecto positivo que tiene sobre algunos insectos, considerados plaga en la agricultura, hasta el efecto que tiene sobre los vertebrados, tanto ganado doméstico (predación en corderos recién nacidos) como fauna silvestre, predando pequeños roedores, huevos y pollos de aves (como las perdices, faisanes o el propio urogallo).
Aunque sea de manera anecdótica se debe mencionar relaciones de mutualismo entre el jabalí y urracas y, por último, no podemos olvidar la función que tiene en el ecosistema como especie presa de los grandes depredadores como el lobo.
Los autores se preguntan, ¿puede el jabalí regular las dinámicas poblacionales de las especies animales y vegetales?, ¿influye en la biodiversidad la densidad de jabalíes, sobre todo cuando la especies es invasora?, ¿cómo responderá el medio sin la ausencia de la especie, con cuántas especies compite? Las respuestas seguramente sean afirmativas e intensas pero pasan primero por eliminar las poblaciones invasoras y estudiar cómo responde el medio tras la eliminación/reducción de su población.
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Referencia del trabajo:
MASSEI, G. & GENOV, P. V. “The environmental impact of wild boar”. Galemys, 2004. Núm: 16 (nº especial). Pág: 135-145
