Mario Sáenz de Buruaga es biólogo y forma parte de una generación de gestores e investigadores cinegéticos que ha contribuido al “despegue científico” de la materia en nuestro país. Autor prolífico, dirige “Consultora de Recursos Naturales”, una de las consultoras ambientales con más solera de nuestro país, fundada nada menos que hace 25 años.
Ha trabajado con especies de caza menor, mayor y también con especies no cinegéticas como el oso pardo y la avutarda. En todo caso, los trabajos que realiza y dirige no se ciñen a las especies sino a un amplio elenco de la investigación y gestión ambientales (planes Red Natura, tendidos eléctricos y aves, vigilancia ambiental, etc). Su obra científica y su capacidad de divulgación nos iniciaron a muchos en la pasión por el conocimiento de la caza.
Ciencia y Caza le ha otorgado el II Premio al “Fomento de la investigación aplicada a la caza”.
Preguntas:
P: Mario, ¿cómo surgió tu interés por el estudio de las especies cinegéticas?
En la Facultad, en León, percibí que había mucho prejuicio en trabajar con caza, y mi director Pancho Purroy se involucró mucho en esta línea desde su trayectoria impecable por la conservación. Formamos un grupo muy unido y con enorme ilusión por la investigación y gestión de estas especies.
P: Toda una vida dedicada a la gestión e investigación en especies cinegéticas, ¿en qué cosas hemos avanzado y en cuáles estamos fallando?
Bueno, la verdad es que mi trabajo como consultor privado y autónomo obligan a que no te centres exclusivamente en una disciplina. He trabajado mucho en gestión de caza y especies pero más aún en otros frentes. La gestión cinegética ha mejorado mucho en España pero para la caza menor, con las agresiones y presiones que tiene, esa gestión en sí se queda muy limitada, no llega.
P: ¿A qué especies o temas de investigación crees que debiera prestarse más atención?
Creo que las especies de menor, especialmente la perdiz roja, deben ser especialmente mimadas en su gestión y conservación. Y la otra perdiz, la pardilla, que es un lujo ibérico, atraviesa en buena parte de su área una situación muy precaria. La relación entre la agricultura intensiva y la caza, el efecto del abandono de la agricultura de montaña y las patologías son temas bastante prioritarios.
P: La caza mayor sigue su ascenso imparable, así como los conflictos en ciertas especies como el jabalí, lobo y otros ungulados, ¿es posible compatibilizar todos los intereses que en ocasiones están enfrentados?
La palabra compatibilización la resiste muy bien el papel, un micrófono o una cámara. Estar en la arena de la gestión va mucho más allá de las palabras; y aquí ya las cosas se complican, sobre todo con el caso del lobo, que es el que más autocomplacencias acusa y con el que más existe autoimposición de medallas. ¿Quién podría decir que no está por la compatibilización y tolerancia donde surge un conflicto? La cuestión reside en no reivindicarlas desde el sofá, la cámara o el twiter. Y aquí ya, fuera de foco, se encuentra a pocos.
P: ¿Estamos a tiempo de impedir que especies como la perdiz roja “se nos extingan”?
Mi precocupaciòn a este respecto es extrema y lo vengo diciendo hace años. Todos sabemos que las granjas no han solventado el problema. Las perdices salvajes lo tienen muy mal en gran parte del país. Aquí sí que deberíamos ir hacia un urgente y gran pacto horizontal entre agricultores, propietarios, PAC, titulares de cotos… Si no, la patirroja lo tiene mal.
P: Muchos cazadores están frustrados porque cada vez hay menos caza silvestre e imperan modelos más artificiales, ¿qué les diría?
Pues poco más que no sea la de aconsejar que esa desazón la dirijan hacias sus cotos, administraciones, federaciones… reivindicando ese pacto al que antes he aludido.
P: ¿Cree usted que los cazadores están lo suficientemente formados en materia de gestión cinegética?
Como en cualquier sector o gremio, generalizar sería un error. Hay cazadores, muchos, formados y comprometidos con la caza moderna y la conservación, y hay cazadores, también muchos desgraciadamente, que son un catálogo de comportamientos deficitarios. Afirmar que el cazador es el mejor y más conservacionista es otra de las frases hechas que menos soporto.
P: ¿Podría resumir brevemente lo mejor y lo peor de trabajar con especies cinegéticas?
Lo mejor es que estas especies son fauna antes que caza, y por tanto trabajar con animales es una vocación que tengo desde niño. Lo peor tener que aguantar la intolerancia de muchos sectores, incluido el cinegético en ocasiones, cuando las conclusiones que uno saca de un trabajo o las opiniones que expone, sean motivo de que te impongan etiquetas de “amigo de” o “enemigo de”.
P: Un deseo para el futuro…
Pues que esas etiquetas desaparecieran en pro de la tolerancia de criterios. Uno puede equivocarse pero no por tener una opinión está haciendo pleitesía a nadie. Al menos en mi caso y en el de mi equipo, cuyo mayor valor es la independencia tal como saben quienes nos conocen y nos contratan.
¡Muchas gracias Mario!